lunes, 8 de diciembre de 2008

El Viaje de los Dioses - el 9/12 en Laprida



Vela al Viento Ediciones Patagónicas
informa la aparición del libro
"El viaje de los Dioses",
cuyo subtítulo reza
"Migración,creencias y folklore en Comodoro Rivadavia".



Los compiladores y coordinadores responsables de este libro son Graciela Ciselli y Aldo Enrici, y básicamente centran el trabajo en losbarrios Laprida, Manantial Rosales y Valle C. De estos dos últimos dice la contratapa que: ..."nacieron en el marco de una lógica empresarial en las primeras décadas del siglo XX. El primero fue levantado por empresas petroleras privadas como la Anglo Persian y luego la Compañía Ferrocarrilera de Petróleo, mientras que el segundo asentamiento fue planificado por la empresa estatal Y.P.F. Laprida, a diferencia de los anteriores, no nació como un campamento petrolero sino como una zona de quintas de inmigrantes europeos (búlgaros, italianos) que fue tomando forma de barrio urbano con la llegada de migrantes norteños (catamarqueños y riojanos).
El proceso migratorio que acompañó los asentamientos fue diverso. Los de la empresa petrolera estatal estuvieron marcados por una política de argentinización de la población trabajadora, mientras que los de la compañía inglesa se enmarcaron en las buenas relaciones con nuestro país vecino: Chile.
Desde Catamarca y La Rioja hasta una suerte de territorio desolado y semidesértico en el que debieron recostarse sin abandonar sus fuentes, como los peregrinos que viajan por el camino de Santiago de Compostela. La importancia que la fe revistió para los vecinos, más allá de la adscripción religiosa a algún credo, fue el amparo que les brindaron sus creencias. Con esto puede darse una explicación satisfactoria a la actividad fundadora de las migraciones. Con ellas trasladaron su adoración por la Virgen del Valle considerándola "la protectora", "la patrona del barrio y de Catamarca" y depositando en ella la fe, la esperanza y el amor, y el Tinkunaku, aún recitado en quechua.
Trasladarse de un lugar a otro supone la diferencia de que lo que se traslada es una comunidad o no. En el caso de una comunidad sucede un traslado con elementos precisos para mantener esa comunidad. Esto implica que debe llevarse los sisteman de creencias que permiten que losvalores culturales identificatorios vayan junto a los viajeros.
Simbólicamente es como si se tratara de la migración de la misma tierra con su maternidad envolvente que traslada a los viajeros. El viaje del norte al sur en Argentina ha deparado esta suerte, como si la ruta se abriera y pudiera verse la tierra propia, llevando a cada uno de forma garantizada hacia el mismo lugar que desde donde se partió. El viaje se transforma de esta manera en un movimiento de ida al lugar de origen. El lugar de destino es el lugar de inicio, prometido de no abandonar. Esta especie de retorno y de movimiento circular implica una necesidad de llegada anticipada por la partida.
No hay viaje sino un recorrido al pasado, como una larga memoria que se extiende como una trocha triunfal."
El libro se ha presentado el 7 de noviembre en Bariloche (Río Negro); el 14 de noviembre en la Feria del libro de Puerto Deseado (Santa Cruz); el 29 de noviembre se presentó en Río Gallegos en las Jornadas de Hermeneutic de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA) y el 4 de diciembre en la escuela Nº 31 de Valle C, Comodoro Rivadavia (Chubut).



El próximo día 9 de diciembre a las 13:30 horas
se presentará en la escuela del Barrio Laprida
de Comodoro Rivadavia.

El libro es de 204 páginas con un apartado con 27 fotos actuales y antiguas de los barrios estudiados en este libro. Se puede adquirir por internet vía el sistema de contrarreembolso. Precio $ 38.- más gastos de envío.


Aquellos que lo deseen
pueden adquirir junto con este
o cualquier libro del catálogo
de la Editorial Vela al Viento,
y por SOLO $ 10.-
más el valor del libro adquirido,
el libro de Nilda Barba, EL CORDÓN.
DOS LIBROS AL PRECIO DE UNO!
Una verdadera oferta de fin de año.

domingo, 7 de diciembre de 2008

No toda belleza...

Recibimos con alegría la noticia de la aparición de una antología de poetas cuya compiladora es la poeta Emilce Strucchi.
Es por muchas razones una alegría. Por un lado porque están en la misma dos poetas que son parte de nuestro catálogo: Nilda Barba e Isabel Krisch.
Pero también porque hay algunos poetas amigos como Roberto Glorioso, Ana Guillot y Gustavo Tisocco.


Completan la nómina entonces los poetas Estela Barrenechea, Elena Caricati, María Victoria Dentice, Roxana Palacios, Manuel Palenque, María Isabel Pazos, Germán Rosati, Oscar Taffetani, y Daniel Tevini.
Y es justamente Daniel Tevini el que escribe en la solapa de la antología:

Toda antología aspira a cierta lucidez que supere la simple colección de unos poemas. Esta tiene la presución de desplegar otras voces, distintas a las que la crítica o cierta academia, presenta como ese deber ser de lo leíble. Quizá no guarde todos los méritos o desaciertos esperables, pero ya se sabe: en la vida, como en la literatura, ningún golpe de dados abolirá el azar. Y así y todo, porque seguimos golpeando nuestros dados contra una mesa, lo que ennoblece esta antología es justamente eso: exponer la desnudez de una jugada. Ojalá el lector la consienta en sus riesgos y la avale en cada uno de sus actos.


Tenemos 14 ejemplares de la misma a la venta, la que podemos hacer por contrarreembolso por $ 25.- más gastos de envío.


Aquel a quien le interese puede sumarse a la promo navideña:






La antología No toda belleza redunda en felicidad

+
El Cordón de Nilda Barba


por SOLO $ 35.- más gastos de envío.






Un verdadero regalo navideño!









Una Istoria



Recibí este texto de Don Ramón, Ramón de Almagro que tituló así (Una Istoria) al mismo y que transcribo:



(Sin H pues no tiene importancia)
Don Ramón y su esposa, durante muchos años fueron almaceneros, de ahí eso de Doña Elsa y Don Ramón.


En Abril de 1996 como muchos otros, debieron cerrar el boliche, al quedar sin trabajo, sin nada. Don Ramón a los 62 años, buscando contención, comenzó un secundario nocturno, terminándolo en Diciembre del 98. En el colegio encontró la poesía.


Cuando sólo tenía escritos siete poemas y ante la necesidad que siempre tiene cara de hereje, comenzó a venderlos en el subte "D", en Enero del 99.


Desde entonces, gracias a Dios, a Metrovías, al Personal y a los Pasajeros este ha sido su medio de vida.
Don Ramón firma como Ramón de Almagro, pues vive en ese barrio desde hace más de 60 años, pero en realidad nació un 10 de Abril de 1934 en Arrecifes, ciudad del Noreste de la Provincia de Buenos Aires.




Cielo Porteño

Quiero palmar cerca del Obelisco
donde a Corrientes la besa Diagonal
así, mi alma, en un vuelo cortito,
mi primer vuelo, ira hasta el Luna Park.
Volveré a ver mis ídolos queridos,
en la tribuna los puchos parpadear,
y hasta posible que vuelva del olvido,
la mina aquella del baile en carnaval.

Daré la vuelta, planeando por Corrientes
seguiré el tránguay de la vía final.
y ya en Medrano saludaré mi gente,
y a los chochamus del feca del billar.
Quiero arribar temprano a Chacarita.
Primera fila si es posible ocupar
para tenerlo al Morocho de cerquita,
cuando en la noche, se nos ponga a cantar.

Y ese es el cielo, el cielo que yo quiero,
el de Corrientes, de Chaca al Luna Park..

(El Morocho se le llamaba a Carlos Gardel)




En esta foto estoy con algunos de los chicos de un colegio en unas de las charlas que acostumbro dar en Buenos Aires (Cuando me llaman) cosa que es muy de mi agrado. Les leo poemas míos y de mis poetas favoritos con el sólo objeto de despertar el interes por la Poesía en la juventud.






viernes, 5 de diciembre de 2008

Comisión por la Memoria de las Huelgas Patagónicas de 1921 - Acto en Estancia La Anita

20 y 27 de noviembre; 4 de diciembre.
Proyección de documentales y películas para la comunidad educativa en el establecimiento: “María Rosario Avelleira de Villanustre”, ex EGB 80; desde las 15:00 hs.
A cargo Ibarra Philemon del Archivo Histórico Municipal; Dirección de Cultura.

Domingo 30 de noviembre hasta el sábado 6 de diciembre.
Proyección de documentales y películas, exhibición de fotografías, afiches y documentos históricos de la Huelga de 1921 destinado a los vecinos de El Calafate, en “La Zaina - Café Criollo”, desde las 22:00 hs.
Títulos de documentales y películas:
“La Huelga en el Lago Argentino”, presentación de diapositivas.
“La Patagonia Rebelde”
“Testimonio de Ángel Vargas” sobreviviente de los fusilamientos.
“El Vindicador” segunda parte de La Patagonia Rebelde.
“Patagonia, Utopía Libertaria”
“La Vuelta de Osvaldo Bayer”
Recomendamos invitar, además de los antiguos vecinos de la ciudad, especialmente a los integrantes de la familia Amado a presenciar el testimonio del sobreviviente Ángel Vargas, quien hace referencia al “Turco” Amado.
A cargo del Archivo Histórico Municipal; de la Comisión por la Memoria; y colección Ibarra Philemon.

Domingo 7 de diciembre en horario a confirmar.
Recepción oficial de invitados especiales en el Aeropuerto Internacional de El Calafate, Comandante Armando Tola.
Solicitamos la declaratoria de huéspedes de honor a nuestros visitantes.

Domingo 7 diciembre “Hotel Posada Los Álamos, Salón Aonikenk” 19:30 hs.
Inauguración de Muestra de de la Historieta:
“Soto: Palabras escritas en el Viento”
Por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación:
Presidente Archivo Nacional de la Memoria: Dr. Ramón Torres Molina.
Coordinadora General del Archivo Nacional de la Memoria: Lic. Judith Said.
Autor de: “La Patagonia Rebelde”, historiador Osvaldo Bayer.
Directora de Relaciones Institucionales y Promoción de Derechos Humanos:
Alba Esperón
Secretario de Derechos Humanos de la Provincia de Santa Cruz, Sr. Alberto Marucco.
Directora Provincial del Archivo Provincial de la Memoria: Lic. Elida Luque.
En representación de la Sra. diputada provincial Ana Maria Urricelqui, Sr. Adriel Gallardo.
Autor de la historieta: Sr. Gustavo Camisay.
20:00 hs. Espectáculo Artísticos:
Escuela de danzas local “Huellas Patagónicas”; el cantautor santacruceño Eduardo Guajardo y la banda de rock de Río Gallegos “Antihéroes”.
Lunes 8 de diciembre. 12:00 hs.
Acto central en el cenotafio emplazado en estancia Anita.
Invitados especiales:
Por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación:
Presidente Archivo Nacional de la Memoria: Dr. Ramón Torres Molina.
Coordinadora General del Archivo Nacional de la Memoria: Lic. Judith Said.
Directora de Relaciones Institucionales y Promoción de Derechos Humanos:
Alba Esperón (en representación del Secretario de Derechos Humanos de la Provincia de Santa Cruz, Sr. Alberto Marucco).
Directora Provincial del Archivo Provincial de la Memoria: Lic. Elida Luque.
Gremios provinciales.
Luz y Fuerza, Sr. Juan Espinoza.
Uocra, Sr. Juan Videla.
Adosac, Asociación Docentes de Santa Cruz
Ate, Asociación Trabajadores del Estado.
Cuerpo docente y alumnos de la carrera de historia de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral.
Descubrimiento de placas por parte de los gremios y anuncios.
Obra teatral: “Secretos bien guardados”, del Grupo de Teatro Comunitario: “Ventarrón de Ilusiones”
Invitados de honor:
Osvaldo Bayer;
Y familiares de los fusilados: Pantín, Esteban, Arias, Soto, Gallardo, etc.
Gremios provinciales y concejales.
Entre el 7 u 8 de diciembre. Optativo.
Imposición oficial de nombres de calles de protagonistas de la Huelga de 1921 con el descubrimiento de señalización, aprobadas por el Honorable Consejo Deliberante a propuesta del Archivo Histórico de la Municipalidad de El Calafate a través de su Dirección de Cultura.
Calle: Elías Leonardo Méndez.
Puente de ingreso a la localidad: Ramón Pantín.
Calle: Juan Esteban.
Calle: Osvaldo Bayer.

Lunes 8 de diciembre. Hotel Kosten Aike. 20:00 hs.
Charla a cargo del historiador Osvaldo Bayer sobre historia Argentina y de las Huelgas de Santa Cruz de 1921.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Ese Fragmento - Emotiva presentación en Caleta Olivia



La Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UACO) y el Café Cultura Nación organizaron el Encuentro de Escritores que se llevó a cabo el 2 de diciembre, en la Biblioteca de la Universidad.

Entre las diversas actividades realizadas se hizo la presentación de libros de escritores patagónicos y entre ellos
la prof. Angelina Covalschi presentó el libro ESE FRAGMENTO, Poesía Patagónica de María Isabel Vidal, quien es alumna del taller literario que dirige la profesora en dicha sede académica.

Una ceremonia con alta emotividad en la que se destacó el tipo de poesía que escribe y en el que la prof. leyó el poema "Trazos " como muestra del análisis realizado.
Posteriormente María Isabel Vidal leyó varios poemas.
Finalizada la presentación recibió la muestra de afecto de los asistentes.
El libro fue editado por Editorial Vela al Viento, Ediciones Patagónicas.

Sobre "filos de lata" desde Colombia

extraído del blog http://www.elmagodetucorazon.blogspot.com/ del autor colombiano Carlos Eduardo Rojas Arciniegas.


…El sobre es azul y tiene círculos amarillos (mi color preferido). Viene de Argentina por medio del correo oficial del país del sur. En la declaración se describe el contenido: Un libro de regalo. Vivamente emocionado lo abrí. Flotando en el colchón de un material que se utiliza para proteger (me refiero a una espacie de plástico interior) lo encontré. Autora: Mercedes Sáenz. Título: Filos de lata. En la solapa la fotografía de la escritora: Rubia, ojos enormes, recostada en el pasto. El aroma de la tinta en cada una de las hojas me hizo sonreír. Y en la primera página una dedicatoria: “Carlos Eduardo: con todo cariño de este afecto virtual. Tal vez un día nos conozcamos. Un abrazo, Mercedes Sáenz. Noviembre de 2008”. Y de esa forma el milagro de la vida y de la esperanza llegó a Colombia. Hoy tengo la certeza de que el arte es el único capaz de transformar la realidad. Entonces decidí escribir de nuevo, llenar poco a poco los espacios que abandoné semanas atrás. Porque, entre otras razones, la existencia es una sola y hay que aprovecharla. Quién sabe, a lo mejor somos protagonistas de un sueño colectivo que se convirtió en cuento interminable.

Sería muy atrevido de mi parte entrar ahora a reseñar un libro. Jamás lo he hecho. Tampoco soy crítico literario. Simplemente disfruto y, sobre todo, admiro al ser humano que desnuda su alma a partir de la palabra. Permítanme entonces compartir con ustedes brevemente- en los siguientes párrafos de la obra- una parte del tesoro que hallé al principio o al final de este arco iris.

“La niña, en el fondo de su corazón, siempre quiso ser india. Ni reina ni princesa. No madre de miles de hijos. No soñaba con ser sabia ni sobresaliente. Sólo quería ser animal silvestre, mezclarse entre las ovejas y las cabras, hablar con los caballos sin que nadie la escuchara. Tener un perro. Pero el mundo era otro y los juegos convencionales entretenían un rato. Le gustaba más tirarse sobre las piedras a mirar el cielo. La niña empezó a quedarse sola, no por falta de cuidados, ni de amor de los buenos, sino porque no entendía los códigos de su entorno…”

En el anterior fragmento (que pertenece al primer capítulo del libro: “Carta de una mujer imaginera aun amigo imaginario”) y de esa incomodidad e incomprensión del entorno que la rodea, nace la escritora. Si todo fuera así y no hubiera más remedio ¿qué sentido tendría imaginar la vida de otra manera? Entre la realidad y la fantasía hay un puente que nos lleva de un lado al otro. Feliz aquel que dibuja pacientemente su universo y es capaz de atravesar las fronteras trazadas por la cultura, la educación y la familia. Hay que ir por el mundo con la mirada atenta. Solamente así es posible descubrir la grandeza de las pequeñas cosas. Libro casi autobiográfico que recrea el paso del campo a la ciudad y sus inevitables contrastes: “La casa era chiquita y no digo pequeña. Sin gas natural, ni luz eléctrica y una cocina a leña de donde salían las tortas de cumpleaños que, tiempo después en Buenos Aires, supe que eran las más torcidas del mundo” (Capítulo No potrillo pampa. Texto: Te cambio la figurita, ¿querés?)Familia numerosa. Madre amiga. Padre escritor. Hermanas y hermanos que llegaron a este planeta en intervalos cortos de tiempo. Lenguaje en el que saltan como fueguitos juguetones las rimas:

“Perdone amigo si mucho le escribo con doble “a”, pero en ésta la rima es la letra que acompaña. Al que es del campo y le cuesta escribir, a veces la letra le sale como una copla, ¿vio? Se ayuda al sonido y la memoria se va viniendo solita” (Carta de una mujer imaginera a un amigo imaginario). Luego un telar en el que la autora teje una manta de hilitos multicolores y, para ello, se vale de textos cortos que conforman los capítulos. En ellos el compromiso social, siempre presente en la imagen del indio, el campesino y la naturaleza:

“Refugios de madera. Instante en que lo ajeno a la selva se detiene. Pequeñas ciudades de niños indios con enormes canastos a cuestas. Suben con cierta dificultad…” (No potrillo pampa. Texto: Pequeños escapularios). Más adelante ojos, miradas, frases que buscan descifrar las sombras que distorsiona y proyecta la luz de la luna en la penumbra:

“El jardín dormía el pasto blanco de frío. Especula la luz como un viejo trapo sacando lustres apenas por arriba. Hace rato las paredes de la casa hicieron silencio para las hormigas mientras crece verde entre baldosas…” (Texto Siete ojos en la luna. Capítulo del mismo nombre) Enseguida son diferentes mujeres las que emergen de la oscuridad y, envueltas en el traje de lo cotidiano, nos enseñan cómo usan su sexto sentido:

“Esa mujer no debe llamarse Paulina. El pelo que se veía era lindo. El común de las mujeres lindas no tiene lindo pelo. No Paulina, sí…” (Capítulo: Esa mujer no. Texto: No Paulina). Finalmente la adolescencia, la memoria, los recuerdos, la soledad, el miedo, la claridad del amanecer. En síntesis una melodía que parece una improvisación de música latinoamericana, jazz y miles de sinfonías:

“Sonaron acordes de guitarra como los de Eric Clapton y los dedos de Joaquín subían y bajaban a una velocidad inusitada, casi furiosa. Se detenían de pronto en algún punteo de armonía perfecto” (Ese chabón escupiendo conejitos. Texto con el mismo nombre del capítulo).

Termino aquí mi intento de reseñar del hermoso libro de Mercedes. Hay tanto aún para decir que ofrezco disculpas por no mostrar un panorama más amplio y exacto de la obra que tengo en mis manos. Quería hacerles partícipes, amigas y amigos, de esta señal inequívoca de que el mundo vale la pena.

Y una feliz coincidencia. Al revisar el nombre de la Editorial tuve la sensación de que el destino confabuló otra vez en mi favor: VELA AL VIENTO, Ediciones patagónicas.

Gracias querida Mercedes por regalarme un tesoro invaluable.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Chau, Daniel

Conocí a Daniel Chirom en Comodoro Rivadavia en 2004. Lo invité a participar de la II Feria de la Palabra que organizamos allí y desde el primer momento nos pusimos de acuerdo en todo. Entendía perfectamente los vaivenes de las cosas hechas a pulmón y por afuera de los entes oficiales. La Feria se hacía con lo que se podía con muchísimo respeto y cuidado por los que asistían a ella.

Daniel estaba encantado en Comodoro. Aprovechó cada momento de la Feria para grabar a los poetas que estuvieron presentes, pero sobre todo puso especial énfasis en obtener los registros vocales de los poetas patagónicos. Me decía quiénes le faltaban y yo los iba convocando a todos. Gracias a su propia iniciativa, el operador del audio grabó varios cds para que Daniel se pudiera llevar a los poetas consigo y después pasarlos en varios días en su programa de radio.

En 2005 me invitó a participar en su programa y leí unos poemas junto a Delia Pasini. Estaba feliz por la presentación del libro de Delia. Y al aire mencionó con muchísimo afecto aquel encuentro en la Feria de la Palabra y contó lo que humildemente hacíamos en las tierras del sur como si hubiera estado en el Festival de Medellín! Me contó que mantenía el contacto con muchos poetas que conoció allá y que me agradecía la invitación. Recuerdo haberle dicho que lo veía cansado.

Una mesa en Bartolomeo nos juntó nuevamente junto a Leonor Silvestri y tuve el placer y el orgullo de leer con él y sobre todo, de escucharlo. También charlamos un rato y poco después, nos encontramos en una presentación de un libro que ahora no recuerdo bien cual era, pero allí combinamos para tomar un café nos seguimos debiendo.

Me felicitó por mi laburo hace unos meses atrás. Su voz siempre fue un aliciente para mí porque admiraba su poesía, porque su trabajo de difusión con la radio (en Nacional o en Palermo) o con esa maravillosa revista que es EL JABALÍ era impagable.

Me duele mucho su fallecimiento. Tenía 53 años!!
Un amigo querido, un compañero en estas lides, alguien que puede entender algunas cosas solo con mirarlas, y cuya partida me hace sentir un poco más solo.
Me acerca el boleto de vuelta y veo que falta menos.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Última parte de la Presentación de "Poemas al Viento" en Oberá

Después de las palabras de Nilda Barba, el autor leyó su poema "Quiero ver la vida" e inmediatamente la escritora Mercedes Sáenz(3) tomó la palabra para decir:
Cuándo era chica una vez pregunté qué sucede con la voz en el espacio, me habían dicho que las cuerdas vocales se movían con aire ¿entonces, sin aire, sin brisa, sin viento, cuándo se sale del límite del mundo, somos todos mudos?
¿Dónde queda la palabra entonces?
Escrita, contestó mi maestra de aprender que era la vida.
Escrita, que es cuándo se hace propia en el alma la voz del otro, su sentimiento, su música. El significado cambia con los tiempos y hay palabras que no se han movido de sus estrofas o de sus párrafos por siglos. La poesía tiene una particularidad con respecto a otros formatos de la escritura y es que puede volar más liviano por más hierro que tenga su contenido, a veces cantarse aún sin sonido. Puede montarse al viento, a las voces del viento que es el encargado de dispersar las cosas por el mundo, arquitecto insobornable de las semillas y de los granos de arena. No se puede retener el viento.
En el libro de Roberto se ha logrado apresar su voz que parece infinita, pero no su vuelo.
Estos son sus poemas, para las edades que ya se han ido, para las que van llegando, su música no reconoce tiempos, sólo pide distancias y acaban de lanzarse a volar. Su libro es cómo una mariposa de colores que eligió en esas hojas su morada, levanta vuelo cuándo los ojos del alma la sueltan y vuelve cien millones de veces cuándo la guarda un suspiro.
Después de estas palabras tanto el autor Luis Roberto Chaves Acuña como Nilda Barba, Rubén Gómez y Mercedes Saénz leyeron poemas del libro, para finalizar el autor leyendo dos poemas más.
El autor reconoció a quienes lo ayudaron entonces, y entregó un obsequio a cada uno de sus ex alumnos presentes allí y que colaboraron en la edición del libro.
Finalmente para acompañar y honrar a este poeta tanguero, su amigo Nicolás Aguilar con la guitarra y Fabián Simón, dueño de una voz privilegiada, cantaron algunos tangos con los que se cerró la ceremonia, que por cálida, por emocionante, por recorrer gran parte de la vida de un hombre que ha hecho y no ha dejado de hacer, fue sencillamente inolvidable.
(3) Mercedes Sáenz nació en Buenos Aires y vivió parte de su infancia en un puesto entre Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia. Publicó cuentos y colaboraciones en diversas revistas nacionales y del extranjero. Publicó su primer libro "Filos de lata" en la editorial Vela al Viento, en julio de 2008. Actualmente prepara su primer novela.

martes, 25 de noviembre de 2008

2ª Parte de la Presentación del libro "Poemas al Viento" en Oberá


Tras las palabras de Rubén Gómez, el autor Luis Roberto Chaves Acuña habló, no sin emoción y con la voz entrecortada, sobre lo que representaba el libro para él, para su familia y sus afectos. Y agradeció la colaboración de sus ex-alumnos en la realización del sueño. Contó sobre sus inicios en la poesía y recordó aquella profesora de letras que incentivó su forma de escribir, y tras la lectura del Prólogo del libro dio la palabra a la poeta Nilda Barba (2) que dijo:


Se dice que nacemos hacia nuestra muerte. Y de eso nos habla Roberto Chaves Acuña con la inocencia de un niño y la sabiduría de quien ha vivido un buen trecho.
Sus poemas reflejan los sueños intactos de alguien que ha privilegiado lo bello y lo simple, y no de aquel que enceguece y niega.
Roberto nos cuenta, a través de su poesía, recuerdos surcados por tempestades que ha sabido dejar en el pasado. Ha elegido y continúa eligiendo, permanentemente, envolverse de fragancias de flores, del canto de las aves y del vuelo de mariposas de mil colores.
Y este poeta, Roberto, todo lo da y lo comparte. Quienes lo rodean también viven este mundo que él sabe rescatar. Y así, la cadena que no tiene límites, multiplica su mirar.
Lo efímero de la vida, nos cuenta, continúa en otra dimensión y esto hace que todo sea posible y valga la pena ser intentado.
Proyectos que no tienen edad, como este libro: un sueño que ha logrado realizar. Esa es su filosofía de vida. Se hace cargo de sus errores, no se paraliza y sigue adelante.
La felicidad está en él, en su voz, en su palabra plasmada en este testimonio que nos da.
Todos corremos tras esa felicidad y, a veces, nos distraemos en el camino.
Gracias Roberto. Gracias por mostrarnos que es posible.
Y de hacerlo con el arrullo de la música en tu poesía que vuela al viento. Como botella arrojada al mar, caerá en las manos precisas.
Mil gracias, poeta y amigo.


(2) Nilda Barba nació en Buenos Aires. Es contadora pública. Publicó poemas en diversas antologías y revistas nacionales y del extranjero. Sus poemas han sido traducidos al catalán, al alemán y al inglés. Su primer libro es El Cordón (Nuevohacer, Buenos Aires, 2005) ahora distribuído por Vela al Viento. El segundo poemario es ¿por qué me gusta tanto? (Vela al Viento, Comodoro Rivadavia, 2007). Actualmente prepara su primer libro de cuentos y su tercer poemario.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Cálida y emocionante presentación de "Poemas al Viento" en Oberá - I -

Fue una ceremonia inolvidable en el Salón de Cultura.
La calidez de los que allí estuvieron, la familia, los amigos, ex alumnos del maestro Luis Roberto Chaves Acuña, sus compañeros de tareas, docentes, ex docentes, sus vecinos, que mostraron su afecto y respeto hacia el autor.
Años y años el libro esperó por ser editado al punto que ya parecía una utopía, un sueño, un imposible.
Pero fue una fiesta de la ciudad de Oberá.
Abrió la ceremonia el Ballet del Centro Cultural Argentino con cuatro parejas de jóvenes bailarines que, con sus trajes típicos, danzaron bellamente una galopa tan típica de Misiones.
Una muy cálida y respetuosa introducción al acto del periodista y locutor Julio Silva, que también fue un ex-alumno de Chaves.
Después de ello fue el turno del poeta, escritor y editor, Rubén Eduardo Gómez (1), que dijo:
En principio agradecerles a todos la presencia esta noche aquí para acompañar a Roberto Chaves Acuña en la presentación de su primer libro.
Mi nombre es Rubén Gómez y soy el director de Vela al Viento, editorial de Comodoro Rivadavia, en la Patagonia Argentina, que tuvo el orgullo y el placer de publicar este título.
Quiero agradecer este lugar privilegiado, este lugar de honor que representa ser uno de los que presente Poemas al viento, sitial que siempre se reserva a quienes se admira o a los amigos entrañables.
Y si, tanto el nombre del libro como el de la editorial abrigan al viento, ese habitante tan nuestro en la Patagonia. ¿Será una casualidad? ¿Será que este libro debía ser editado por esta editorial y no por otra? Algunos hablarán de destinos cruzados, otros de que "Dios los cría y el viento los amontona", y otros de que las buenas sociedades se hacen entre la gente buena.
Lo cierto es que Poemas al viento, exhibe las razones de la existencia de su creador y que, por ende, determina las razones que motivaron la existencia del libro en sí, tal y como digo en la contratapa.
Por un lado la procedencia, el orgullo en su apellido, en sus raíces entrerrianas, en sus afectos y sentimientos que se enmarañan en y con él. Ramas y follaje de la memoria para con aquellos que no dejan de ser parte de su vida. Memoria que es homenaje del corazón pero que, además, es resistencia al olvido. La memoria en los poemas como el lugar de la no-muerte. Roberto tiene y muestra su humildad; la humildad del Maestro de verdad, del Maestro de alma; la humildad del que sabe y del que tiene que aprender. En este sentido su nombre sabe a algarroba y su tono es misionero. Y entonces es esta su Patria, su lugar de pertenencia, este entramado de memoria, sentimientos y lo que se es, que no va a ninguna parte, que se queda con el ser humano y crece en las palabras.
Por otro lado el libro es un grito desesperado a la humanidad a la que lee oscura y sin fe, a la que observa enajenada y en una carrera confusa hacia metas inexistentes. Pero, sobre todo, se trata de un llamado de atención, un llamamiento a valores que vislumbra en segundo plano y no extinguidos. Y así es que Poemas al viento lleva consigo hojas de esperanza que susurran.
Roberto escribe para los suyos, para los que ama y para quien quiera escucharlo. No lo hace para la Academia sino que nos regala su legado del alma, algunas lecciones de vida, herramientas de supervivencia basadas en la fe, el amor, la confianza, la amistad, la reflexión, y aquel fuerte y claro sentido de Patria, que son, en gran medida, una luz y una voz en el viento.
Conozco bien a ese personaje. Sé que si quiere puede susurrar los más bellos poemas como así también conozco su furia y sus aullidos. Puede el viento ser un mensajero y llevar estos poemas lejos, más lejos, y librarse de culpas y cargos, cambiarlos para que parezcan distintos, volverlos hojarasca en el otoño más triste y quedarse en los ojos entrecerrados por su decir. Puede el viento hablar en las lenguas del umbral y silbar canciones urgentes y desesperadas, llamarnos con la voz del árbol al que hace danzar y golpear la ventana para seducir nuestra mirada.
Puede el poeta dejar que su voz sea del viento.
Pueden dejarse a su merced, estos Poemas al viento.
(1) Rubén Eduardo Gómez, nació en Comodoro Rivadavia, Chubut. Es Técnico Superior en Publicidad. Publicó poemas en diversas antologías y revistas nacionales y del extranjero. Sus poemas han sido traducidos al catalán, al francés y al inglés. Publicó los poemarios: El pecado de soñar (Filofalsía, Buenos Aires, 1988); Géiser (Filofalsía, Buenos Aires, 1990); Siega (Bogavante, Comodoro Rivadavia, 2004) y Libro del Ojo (La luna que, Buenos Aires, 2004). Editará este año su quinto poemario Lo que son las cosas. Y su primer novela Iván y los invisibles, verá la luz el año que viene.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Presentación del Nº 1 de Peces del Desierto


Los dos años de Vela al Viento, en Bartolomeo

Lecturas en Bartolomeo recibió a Vela al Viento con calidez, respeto y una buena cantidad de público.
La idea era festejar los dos años de la editorial con algunos de los autores publicados y, como todo cumpleaños, una excelente excusa para juntarnos y reafirmar los lazos que los libros, la poesía y el afecto crearon a partir de una tarea compartida.
Y así fue. La calidez de Daniel Grad (como siempre) hizo de la noche un lugar donde anidaron los abrazos. La poeta Corina Moscovich –que para estar se vino desde Rosario como la buena amiga que es- abrió las lecturas con su poesía irreverente y profunda, tanto poemas de Vía Remington como algunos inéditos. También nos acercó la buena nueva de una antología rosarina de gran nivel como lo es 19 de fondo, en donde se destacan –además de Corina- Beatriz Vignoli, Alicia Salinas, Fabricio Simeoni, Pablo Crash Solomonoff, Mercedes Gómez de la Cruz, María Paula Alzugaray, Fernando Marquínez y Federico Tinivella, entre otros.
Festejamos con la narrativa de Mercedes Sáenz en esa noche inolvidable. Mercedes brilló con sus cuentos No potrillo pampa, Decir cómo decir que, y Si viera Usté, todos pertenecientes al libro que editamos, filos de lata. El clima en Bartolomeo era el ideal para escuchar los cuentos: la penumbra, el silencio, las velas danzando sobre las mesas de madera y los ojos de los oyentes presos de las imágenes y escenas de cada uno de ellos.
La poesía de Nilda Barba nos acarició. Los poemas elegidos fueron precisos, bellísimos, profundos, “filopoesía” como alguien los calificara hace muy poquito tiempo. La fibra íntima volvió a vibrar allí y la emoción y la alegría de reencontrarnos con la poesía de ¿por qué me gusta tanto?, ese maravilloso libro-arte del que tanto nos enorgullecemos de haber editado con Vela al Viento.
Yo también. Rubén Gómez, el poeta, también leyó. Leí mis poemas que también voy a editar con Vela, por supuesto.
Y el poeta y editor Renato Sandoval también sumó su voz, tan peruana, tan singular, a una noche fantástica. Poemas que refieren a definiciones de Dios, como si esto fuera posible, como si la definición de Dios fuera posible, como si la poesía pudiera.
Y entonces hablamos de palabras y poesía, de poetas y de libros. Y Daniel Grad tuvo la excelente idea de también hacer partícipes de la celebración a dos poetas editadas por Vela al Viento: Isabel Krisch (con dos poemas leídos por Corina y Mercedes de su libro Apenas una línea, roja) y Viviana Santamarina (con dos poemas leídos por Nilda Barba y Rubén Gómez, de su libro Lágrima demorada).
Los amigos de siempre y los nuevos, los que a partir de esa noche ya son amigos, los que siempre apostaron al proyecto editorial, los que no creían en él pero también apoyaron, todos desfilaron esa noche, in situ o en algún recuerdo que la memoria con sus artimañas suele gatillar sin que podamos evitarlo.
Para resumirlo: fue un feliz cumpleaños.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Lecturas en Bartolomeo
y
Vela al Viento Ediciones Patagónicas
presentan a:

NILDA BARBA

MERCEDES SÁENZ

CORINA MOSCOVICH (desde Rosario)

RUBÉN EDUARDO GÓMEZ (desde Comodoro Rivadavia)


la lectura forma parte de los festejos por el Segundo Aniversario de la Editorial
nacida en Comodoro Rivadavia (Chubut)
y del ciclo conducido por el poeta Daniel Grad,
Lecturas en Bartolomeo,
que contará con la lectura del poeta y editor peruano

RENATO SANDOVAL

Los esperamos el día
LUNES 10 DE NOVIEMBRE DE 2008
a las 20:00 horas
en el Bar Bartolomeo
Bartolomé Mitre Nº 1525
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Agradeceremos su presencia
y difusión.

lunes, 3 de noviembre de 2008

José Luís Mangieri: editor y poeta

por Miguel Mazzeo
José Luís Mangieri tal vez haya sido el emblema del editor de izquierda en nuestro país. Un “agitador cultural” que conservó inalterada la estirpe de los macizos artesanos y que tuvo la virtud de construirse rincones soberanos para conservar todos los sueños de justicia y desmesura, jamás concebidos -al modo de los pusilánimes- como el inicio de una tragedia. José Luís también creía que no necesariamente toda certidumbre es una desolación condenada a ser llamada malentendido en el futuro. Por eso era un poco Fausto (ágil de sueños), un poco mago (de corazón espacioso) un poco tótem (con todos, entre todos).
José Luís además de editor era poeta en el sentido más abarcador del término. Los 15 poemas y un títere de 1963 y los Poemas del amor y la guerra de 2004, son sólo la porción escrita de su poesía. En realidad toda su obra de editor y de militante puede ser concebida como el fruto de su espíritu poético. Ese espíritu poético era el fundamento de su amor por las verdades desnudas de artificios, de su coherencia, de su humor, de su generosidad y de su desprecio por los burócratas de todas las especies. Por cierto, a través de ellos, José Luís canalizaba su repudio a la normalidad aplastante y a los sujetos que por algún formato de “seguridad” (material, política, etc.) aceptaban convertirse en tiesos accesorios al servicio de alguna objetividad. Evidentemente desentonaba en el ámbito político y no encajaba en el ámbito editorial (el visible, oficial, institucional y comercial).
José Luís logró articular en diferentes campos la épica y la lírica, el gatillo con la luna. Y si bien el sentido de lo épico, de lo lírico, del gatillo y de la luna, se modificó históricamente, él nunca perdió la brújula. Lejos del mito elitista, siempre decía que los libros no cambiaban al mundo, pero que había libros que lo cambiaban más que otros. Por eso, desde La Rosa Blindada (y de algún modo también desde Ediciones Caldén y los Libros de Tierra Firme), asumió con modestia una tarea que sabía necesaria pero irremediablemente parcial. Conservó esa certeza aún en las épocas de derrota en las que el vacío parecía amarrarse en el centro de las perspectivas, cuando mirarnos ya no servía para alimentarnos las palabras, los códigos, los sueños de justicia. A pesar de todo, esa derrota nunca lo apabulló, nunca lo dejó seco de palabras. Sabía bien que la cultura sin conflictos (conflictos sustanciales y no los conflictos de segundo orden que instituyen los intelectuales institucionalizados) se muere de hambre en un mundo gastado.
Además de las revistas y libros que publicó a la largo de su vida, que podrán servir como raíz y acicate, o bien tener un destino más gris de íconos históricos, quedará para siempre, para quienes quieran retomarlo, su ejemplo de editor – militante que convirtió las revistas y los libros en trincheras, que supo desarrollar una praxis contrapuesta a la lógica mercantil, la alienación y la succión de plusvalía ideológica. Una praxis que ya han retomado cientos de emprendimientos editoriales autogestionarios que se conciben como partes de construcciones sociales y políticas integrales y que reivindican horizontes de transformación radical de la sociedad. En esos fuegos, como ceniza encabritada a la espera de lo nuevo, vivirá para siempre José Luís.
A mí, además, me acompañará para siempre su mirada cálida e inapelable vislumbrada en el vértigo de alguna ginebra.

Lanús Oeste, 2 de noviembre de 2008

viernes, 24 de octubre de 2008

Cuatro paredes y un techo en Rada Tilly

Desde que el libro de Ernesto Allende fue publicado muchos me preguntaron: ¿De qué se trata “Cuatro paredes y un techo”? ¿Qué podés decirme del libro? Y, tengo que decirlo, al principio eran preguntas que realmente no me había hecho y a las que por esa razón no podía contestar uniforme ni mecánicamente. Conforme fueron repitiéndose las preguntas comencé a pensarlas y a tratar de hallar respuestas convincentes, pero no desde el punto de vista del marketing o con el ojo puesto únicamente en sus bondades o a través de la crítica literaria, sino justamente para comprenderlo y aprehenderlo en su razón de existir. El por qué de la aparición de “Cuatro paredes y un techo”. El objetivo de su aparición.
Las lecturas suelen dar respuestas cuando parece que uno no puede hallarlas en otro lado; la memoria abre puertas que hasta entonces se vislumbraban inexpugnables; los amigos nos cuentan de su vida cotidiana plagada de historias y hechos aparentemente intrascendentes; y entonces se produce en algún lugar del cerebro una extraña fusión que termina encontrando la frase, la palabra, la respuesta, esa pieza que encaja en el rompecabezas.
Escuché una conversación sobre un problema en un edificio; posibles reuniones de consorcio sobre la luz, las expensas, el gas, los ruidos del quinto “ce”, casi en las antípodas de aquellas “cuatro paredes y un techo” tan humildes. Ese edificio con cientos de paredes comunes, compartidas y un techo-piso, un piso-techo y solo un techo bien arriba, más arriba y tan pero tan lejos del barrio. Pensé entonces –y estoy convencido de que es así- que Ernesto habla en su libro del barrio que, como figura de núcleo social, está en franca extinción, aquí, allá y en todas partes. Es el barrio San Martín en el que ha desarrollado su vida y el que quiere preservar con su pluma, con su recuerdo, con las fotos que conserva grabadas en sus retinas y que le ha dejado huellas en su corazón. Eso es lo que quiere mantener vivo, para sí, para los vecinos de ayer y de hoy, para dejarles historias a los que nos prosigan. El lugar es la cuestión y lo que le ha pasado por estar en ese lugar y en ese momento histórico.
Silvina Ocampo escribió alguna vez: “Escribo para que otros amen lo que yo también amo. Escribo para no olvidarme del amor y de la amistad, de la sabiduría y del arte. Escribo para cambiar el destino, para que la vida prevalezca”.[1]
Y sin dudas Ernesto ama su barrio, el Barrio San Martín. Y las razones de escribir de la escritora Silvina Ocampo pueden trasladarse sin vergüenza alguna y con todas las letras a éste libro. Allende no quiere olvidarse ni de su amor ni de los amigos y por supuesto que desea que la vida prevalezca.
Algunos protagonistas de las historias, de los relatos de “Cuatro paredes y un techo” resultan a la primera lectura una suerte de creación, de un invento. Parecen haber sido creados para dar verosimilitud al relato, pero no. Son reales. No puede uno imaginarse la lucha entre vecinos por un caño, o los tambores de doscientos litros bajando llenos de agua una calle de tierra, o el descubrimiento de un chengke[2] con una vela encendida en su interior.
El mapudungun habita el libro como el viento a nuestra cotidianidad. Casi imperceptibles las palabras en el idioma de los mapuches están allí, como el aullido del viento que pasa reptando por debajo de la puerta.
Entonces el libro habla del Barrio San Martín pero no solamente es un libro sobre el barrio y con el barrio, sino que también es todo aquello y un poco más pero, ¿de qué?
La historia del chengke, las conversaciones con Ernesto, las charlas con amigos, y la memoria me llevaron a varias relecturas y entre ellas encuentro a Samuel Beckett que dice, como a propósito de lo que estaba buscando: “Cerraré los oídos, cerraré la boca y seré una tumba. Y cuando vuelva a abrirlos será quizás para escuchar una historia, para contar una historia, en el verdadero sentido de la palabra, de la palabra “escuchar”, la palabra “contar”, la palabra “historia”; tengo grandes esperanzas, una pequeña historia, con criaturas vivientes yendo y viniendo en una tierra habitable atestada de muertos, una historia breve, con el día y la noche yendo y viniendo sobre las palabras que queden, si es que han llegado tan lejos, y tengo grandes esperanzas, le doy mi palabra”[3].
Y Ernesto Allende en este libro abriga su gran esperanza y es por eso que escucha, cuenta, va y viene sobre esta tierra, va y viene y simple, sencilla y honestamente da su palabra.

[1] Revista La Guillotina, Nº 14, Invierno-Primavera/2008, de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA), artículo “Silvina Ocampo, poetisa apasionada” por Axel Eduardo Díaz Maimone, Pág. 6.
[2] Chengke o chenque: enterratorio mapuche-tehuelche.
[3] Beckett Samuel, Textos para nada.

domingo, 21 de septiembre de 2008

IV Ferifiesta del Libro y la Lectura en Trelew

Estuvimos presentes en la IV Ferifiesta del Libro y la Lectura en Trelew, provincia del Chubut, entre el 3 y el 7 de septiembre de 2008.

Una excelente recepción tuvimos de los libros que llevamos - todo nuestro catálogo - y la maravilla del encuentro con amigos, escritores, libreros, distribuidores, periodistas, posibilitado por la inmejorable organización de la Dirección de Cultura de la Municipalidad. Tanto Diana, como Daniela y Jaide, solo por nombrar algunas de las colaboradoras que hicieron que nuestra estadía en Trelew fuera inolvidable y por demás cómoda.


La IV Ferifiesta contó con la presencia de Claudio Ferraro que presentó tres espectáculos de narración oral; de Hugo Corrias, narrador y docente; Marta Lorente, actriz, docente y narradora; Maximiliano Borches, periodista y bibliotecario, responsable de la Biblioteca Anna Frank; Fernando Pais, periodista y escritor, autor de Agua de nadie. La historia de cómo el Salado inundó Santa Fe; Adela Basch, escritora de literatura infantil.

Fue muy importante la presencia del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) con actividades para los mas chicos pero con una novedosa forma de llevar el Museo a la gente y no esperar que la gente vaya al Museo, fueron excelentes los talleres vinculados a obras de arte de plásticos argentinos.

Y por supuesto la presencia de Ernesto Maggiori quien tenía programada la presentación de los dos libros editados por Vela al Viento, Voces de un pasado todavía presente y la tercera edición de Historias de Frontera.

Reitero lo del público que fue maravilloso, colmando nuestro stand de afecto, alegría, información, cariño, e interés en nuestras publicaciones lo que redundó en nuevas amistades, muchos proyectos de trabajo a futuro y una infinidad de momentos atesorados en el corazón, como fotos del alma hasta el año que viene en la V Ferifiesta.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Emocionante presentación de "Cuatro paredes y un techo"

Una muy cálida acogida tuvo el segundo libro de Ernesto Allende, "Cuatro paredes y un techo". El auditorio de la Escuela de Arte de Comodoro estuvo completa en casi su totalidad. La gente del barrio, escritores, amigos y su familia se dieron cita allí para acompañar a Allende con su libro en una ceremonia descontracturada y donde abrí el acto con estas palabras:



"Buenas tardes. En principio agradecerles a todos la presencia esta tarde noche aquí en el Auditorio de la Escuela de Arte, para acompañar a Ernesto Allende en la presentación de su libro, “Cuatro paredes y un techo”. Mi nombre es Rubén Gómez y soy el director de Bogavante, editorial de Comodoro Rivadavia, que tuvo el orgullo y el placer de publicar este título.
Hay que decir que la Asociación de Poetas Argentinos (APOA) filial Chubut, se suma a este acto con su auspicio y el deseo de que la presentación del libro sea todo un éxito.
Tanto este libro como “Sueños y recuerdos”, el anterior poemario de Allende, llevan en el alma la historia, la vida, el latir del Barrio San Martín en cada uno de sus relatos o poemas. Es imposible separar a Ernesto de su barrio, y todo lo que ha hecho lo hizo desde y para el San Martín.
Es por eso que al pensar en la tapa del libro buscamos alguna imagen que simbolizara lo que significa el barrio para Ernesto y para mí. Ese muro de fondo nos da una idea aproximada de lo que fue y es el San Martín. Un muro construido desde abajo con piedras, distintas unas de otras, más pequeñas y más grandes, con aristas y desniveles. Un muro que los incluye a todos en la diversidad, en la diferencia, pero también en las similitudes, en la humildad, en los padecimientos. La construcción de un muro que bien podría semejarse a la construcción cotidiana de su gente, al trabajo tenaz, persistente, pese a la inferioridad de sus siempre precarias condiciones.
Así los vecinos, provenientes de lugares disímiles, con expectativas diferentes, con formas de comunicación distintas fueron construyendo el barrio, generando su propia fortaleza a partir de las carencias y postergaciones que los unieron como la mezcla entre las piedras. Las luchas sociales para el beneficio de todos les fueron dando firmeza y posibilidades de crecimiento.
Cuenta Ernesto que en el principio el San Martín era un valle de dunas, que imagino móviles y sin dar siempre la misma referencia. Cuenta Ernesto que un hombre de campo como el Tuerto Miroglio decidió establecerse allí por el año 1956, dando el real origen al San Martín, y con su boliche de campo también el lugar de los vicios. Cuenta que los camiones de la Municipalidad los trasladaron, al entonces niño Ernesto, a su familia y a centenares de precarios ranchos, desde la puerta del Cementerio Oeste hasta lo que es hoy el barrio que ama.
Su muro de piedras disímiles está expuesto en este libro. Todas las historias escritas con su voz, sin impostaciones, sin tratar de quedar bien con unos ni otros, sin pensar en la trascendencia literaria ni en hacer un trabajo de extrema rigurosidad histórica. Ernesto no es historiador. Rescata las historias que conoce, que vivió y le contaron a través de sus vecinos, por andar en las calles del barrio.
El caserío se le hizo familia bajo la piel y como todo lo que reside muy adentro a veces duele y lastima, como el incendio de la Biblioteca el año pasado, como los recuerdos por los enfrentamientos entre vecinos, como las pérdidas de amigos y vecinos en historias de curanderas, ignorancia y desidia. Como todo lo que nos habita muy adentro también nos alimenta, nos alegra y sana, como los hijos, como los logros compartidos y las sonrisas cómplices, los buenos gestos como la canilla pública de doña Isabel en plena sed.
Ernesto invita al viaje y este libro es un mapa de fotos y recuerdos, una brújula con el norte en su corazón. Se trata de un viaje hacia el pasado que revelará, con el tiempo y en el tiempo, el futuro de su gente, las claves de la identidad de esta comunidad de vecinos.
Será este libro también, la primera piedra del próximo muro, un muro hecho de historias que rescaten a los que no se ven, a los que construyeron y los que construyen diariamente, los que latieron y los que laten, un muro que nos proteja del viento blanco del olvido.
Muchas gracias, Ernesto, por este libro."

Tras estas palabras, Allende contó historias de su barrio publicadas en el libro y escuchamos al escritor Ignacio Stankewitsch quien leyó el prólogo que él mismo escribió.
Hubo un momento para la conversación con los vecinos, recordar los padecimientos y algunas anécdotas referidas a varios relatos incluidos en "Cuatro paredes y un techo", y con emoción algunos vecinos también leyeron textos e incitaron a Allende a continuar con su tarea.
Para finalizar el encuentro, Ignacio Stankewitsch y su banda "Alto Blues", compartieron con los asistentes cuatro temas y el autor y los vecinos se reunieron en torno a una mesa en un brindis que volvió a tocar la fibra íntima, esa tan emparentada con la emoción y la alegría.

viernes, 5 de septiembre de 2008

TRAS LA HUELLAS DEL ROCINANTE DE ORO DE MERCI SAENZ

-Ensayo-
Por: Abraham Méndez Vargas

Filos de lata, de la escritora argentina Mercedes Sáenz, es una colección de cuentos breves y algunos no tan cortos de un decir singular donde la primera frase de los más poéticos cuentos presenta una técnica absolutamente nueva dentro del ámbito de la narrativa latinoamericana, y es que acto seguido se acompaña de la conjunción “y” sin que ello constituya una frase nueva o un periodo, sino a la manera con que un poeta hilvana las estrofa de un poema absoluto; igual cuando la primera frase sigue en punto y seguido; luego, en el segundo o tercer párrafo, por demás de una ternura inusitada, se produce el giro circular con la frase que inicia el cuento y así la narración del hecho que tiene indudable importancia va alargando y alzando vuelo como una cometa según la intensidad del viento y el entusiasma de la mano que domina el escenario más con la emoción pura de una niña que interroga el mundo con sus ojos inocentes, aunque ya es una mujer muy adulta y razonadora, dueña de un hogar ejemplar con un buen esposo y tres excelentes hijos.
Los cuentos breves contenidos en Filos de lata nos dan la sensación incontestable de una verdad sentida con dulzura y, a veces, con una fina ironía frente a lo que pudo haber sido lágrimas negras, mientas leemos sus breves cuentos, de un mundo donde las personas saben perder sus nombres para entrar en escenas como símbolo de un pueblo, aunque los nombres de lugares, calles y cosas son auténticos dentro del entorno geográfico en que se desarrollan; es como las ondas maravillas de un río de oro que pasa bajo el puente de antaño, convirtiendo a Mercedes Sáenz en una de las mejores narradoras latinoamericanas que de estos tiempos he leído, tanto en portales digitales como en libros impresos.
No se podía caminar sobre los rieles de la infancia si no se estaba vacunado contra el tétano, pero en los rieles interiores de Filos de lata podemos transitar sin necesidad de vacuna, porque aquí estos filos no están hecho del metal mohoso del hierro con tornillos por donde pasa el tren, sino con la amorosa pureza de una niña que expresa la poesía que la sorprende a cada instante, y aquellos hechos que ella narra son filos estos latas que ella eterniza, y ahora vuelven a la vida de todos, como era justo que sucediese; pues, en Filos de alta hay muchas voces y cantan a la vida, en pequeños relatos que, aunque independiente en su factura creativa unos de otros, pueden decirse que Filos de lata puede leerse como novela, pues hay un hilo conductor que los interconecta.
También son poemas en prosa, no poemas en prosa al estilo modernista como siempre sucede en muchos escritores latinoamericanos, sino poemas en prosa totalmente vanguardistas, salvados por el automatismo psíquico que los domina y que los hace muy del siglo xxi; surrealistas por antonomasia; porque son el producto de una hermosa regresión a la infancia con imágenes nuevas, sin la contaminación que la conciencia adulta pudiera imprimirle, no obstante la excelente razonabilidad que los domina en términos lógicos.
Filos de lata es el título general del libro de cuentos, que sin embargo, a partir de la página 20, está subtitulado de la siguiente manera: No potrillo pampa, desde la pagina 22 a la 44, contiene los siguientes títulos: Te cambio la figura, ¿querés?, con tres capítulos y es en si una noveleta, (p. 23-31); No potrillo pampa (p. 32-34); La silla (p. 35-36); La dignidad de las colinas (p. 37-38); Si viera Usté… (p. 39-40); Arcabuceros (p. 4), Pequeños escapularios (p. 43-44). Las señalase de la memoria van de la pagina 45 a la 60, y contiene los siguientes cuentos: Las señales de la memoria (p. 47-48); Catalogo (p.49-50); Mensajes de madera (51-52); El que juntaba vidrios (53-54); Como por agua (p. 55-56); El puente (p. 57); El periscopio (p. 58-59); Es la hora (60).Sigue Siete ojos en su luna en la pagina 61, con los siguientes títulos de cuentos bien logrados: Siete ojos en su luna (p. 63-64); Los ojos que tiene Diana (p. 65-66); Café con leche (67-68); Lágrimas negras (p. 69). Esa mujer no, pagina 71, nos trae los siguientes cuentos: No Paulina (p. 73-74; Miércoles a qué la tarde (p. 75-78); Ella creía que había sido (79-80); Clarisa (81-83); Adoquines (p. 84-85), El Barón y la manzana (86-91); Tararia (p. 92-93); Nadie hasta mañana (p. 94-96); La tortuga escocesa (p. 97-99).En Ese chabón escupiendo conejitos, apartado que va de la pagina 101 a la 119, leemos los cuentos que siguen: Cascarrabias (p. 103-104); Ese chabón escupiendo conejitos (p. 105-106); Decir, decir (p. 107); Frágil (p. 108-109); Luces (p. 111); El señor de las nueve (p. 113)115); Dos por dos, uno más uno (p 116-117); Un día por casa (p. 118-119). En fin, el último manojo se encuentra desde la pagina 121 hasta 143, luego el Índice de la 145-146, aparece bajo el título Calles de cuadros y leemos los siguientes cuentos: Calles de cuadros (p. 131-132); Tabique (p. 133-135); Silbido (p. 136-137); Silencio absoluto (p. 138-139); Masi (p. 140-141), y Decir cómo, decir qué (p.142-143). Sin embargo, todo ello es desde la pagina 22 a la 143, pues aunque de la 13 a la 19 el primer apartado tiene dos cuentos, el primero titulado Carta de una mujer imaginera a un amigo imaginario (p. 1318), y De todas las del mundo (A Papá, p. 19); hemos podido constatar que Filos de lata, que da al libro el bien logrado título, aparece más adelante, por lo que asumo que el primer apartado es realmente Filos de lata, por lo que termino este ensayo analizando estos dos últimos textos que son, por ciertos, lo que más me han impactado al encararme a este libro de por sí maravilla a quienes hemos tenido la dicha de leerlos a tiempo completo.
Tal como he podido comprobar, Filos de lata es un libro hermoso, muy bien escrito y las situaciones que presenta son absolutamente significativas y esencialmente muy humanas, aunque sin el dramatismo fatal de los pueblos tropicales.

jueves, 28 de agosto de 2008

Emotiva Presentación del libro "Apenas una línea, roja"

Muy emotiva, cálida y feliz fue la presentación del libro "Apenas una línea, roja" de Isabel Krisch. Abrigada por su familia, sus amigos, sus colegas y el público que se acercó a la convocatoria, Isabel agradeció a todos los que contribuyeron para que el libro ya tenga vida propia, escuchó atentamente a los poetas Emilse Strucchi y Augusto Casola que se refirieron a su obra y su trayectoria, a la poeta Ana Guillot que -fuera de programa- también fue invitada a hablar del libro y por supuesto de Isabel, leyó sus poemas no sin emoción y alegría a la vez, y volvió a escuchar a sus hijas Victoria y Clara Canzani que entonaron las canciones "Barro tal vez", "Era en abril", "La cigarra" y un tema compuesto por ellas a partir de los versos de Isabel...
Fantástico cierre de la noche.
En esa noche emotiva y feliz, el director de Vela al Viento abrió la celebración con estas palabras:
"Buenas noches. En principio agradecerles a todos la presencia esta noche aquí en el Café Montserrat para acompañar a Isabel Krisch en la presentación de su libro, Apenas una línea, roja. Mi nombre es Rubén Gómez y soy el director de Vela al Viento, editorial de Comodoro Rivadavia, en la Patagonia Argentina, que tuvo el orgullo y el placer de publicar este título.
Cuando Isabel decidió editar el libro con Vela al Viento le hice saber que era para mí un orgullo que lo hiciera, no solamente por su trayectoria que es importante y que hay que refrendar y sostener cotidianamente, sino por su poesía, por la calidad de ella y su voz de particular estilo.
Cuando supe el título del poemario y sin haber leído aún su interior tuve una primera imagen, como esas que son las que suelen venir a la mente cuando alguna frase que se escucha por ahí, algún verso de bella alquimia o alguna misteriosa canción que uno vuelve a escuchar después de un tiempo y que lo traslada a otro lugar, en un viaje instantáneo hacia atrás, un salto hacia ayer.
Cierta vez una muy oscura noche me había llevado a la costanera de Río Grande, en Tierra del Fuego. El cielo parecía derramado y desvestido sobre el mar y ninguno de los dos, ni el cielo ni el mar podían descubrirse en ese negro tan patagónico, porque no había estrellas, ni reflejos o movimiento alguno que permitiera establecer el límite entre uno y otro. Hasta el viento parecía estar sentado al lado mío, en silencio y mirando. Todo era mar o todo era cielo. Hasta que sucedió: Rojo, muy rojo el sol empezó a escribir un nuevo día pero era tan cerrada esa noche, estaban cielo y mar tan pero tan juntos y tan oscuros que el sol solo se vio en el horizonte, pintando apenas una línea, roja y después subirse en naranjas y amarillos a las nubes que poco a poco tornaron sus negros al gris.
Quizás sea una ilusión óptica o la idea de que uno está en el fin del mapa, pero lo cierto es que en aquellas latitudes el horizonte parece estar más cerca, más a la mano. Pareciera que uno podría ir caminando hasta él.
Al leer el libro una y otra vez, tuve la sensación de que estaba frente a aquel paisaje dividido en las tres partes: cielo, mar y horizonte, aún en cada una de sus partes y en cada poema. Partes que, sin duda, son un mismo paisaje, una foto de ese momento de la vida de Isabel, Isabel en el cuerpo, Isabel en lo que más se quiere, Isabel en la dignidad.
En la gacetilla que enviamos por mail cité al poeta Raúl Gustavo Aguirre que escribió alguna vez: "La poesía actual representa y resume esa aventura, esa tragedia que consiste en buscar una respuesta satisfactoria, de fondo, una evidencia, un signo, una señal que coloquen al hombre de nuevo ante su humanidad. (…) Jamás fue tan urgente su necesidad de asir la existencia, de atrapar un rostro, una imagen, un destello del cosmos, la huella de un dios, el gesto de una esperanza."[1]
Con este texto es posible introducir el libro de Isabel Victoria Krisch, resumir con ellas su ars poetica y aprehender su estructura y contenido. Urge esa necesidad y con esa avidez de captura, Apenas una línea, roja, enhebra todos los puntos en una suerte de telaraña, en una red dispuesta para que la poesía no pueda escapar sino en aquellos espacios de fuga que también forman parte de esa telaraña, esa red.
No es posible salir indemne de este libro de poemas. No. Es imposible no teñirse de rojo. No es Apenas ni a penas. Es una sublime línea, íntegra, compacta, como una flecha en manos de una arquera experta. No es Apenas una flecha. Una flecha roja.
Se siente el peso inmediatamente.
Dice Isabel: es demasiado // algo sustancial / en el cuerpo se rompe.
Y es en el cuerpo donde comienza a sentirse lo que se quiebra y se teje, lo roto y lo asido, la red y la trampa.
También en lo que más se quiere, claro, en el espejo inmediato que nos devuelve lo que somos, todo eso que somos y que queremos de nosotros cuando queremos a otros.
Y por supuesto que en la dignidad, en las señales que los ciegos del reloj no ven, en los gritos desesperados que los sordos del ringtone no oyen, y alerta Isabel, sobre la huella de un dios y el gesto de una esperanza.
Todos hemos sido escritos. Nacemos como un papel de arroz y todos los días, algún sol, otra estrella, una lapicera, una navaja, una caricia, un corte, otra sonrisa, una lágrima, aquella voz, ese llamado, este abrazo, nuestras muertes chiquitas y nuestras pequeñas plenitudes se escriben como un nuevo signo, una letra, una palabra, hasta un verso.
Todos hemos sido escritos con la misma tinta. Apenas una línea, roja.
Muchas gracias, Isabel, por este libro y tu poesía."

martes, 12 de agosto de 2008

Apenas una línea, roja - Presentación del libro de Isabel Krisch


La poesía actual representa y resume esa aventura, esa tragedia que consiste en buscar una satisfactoria, de fondo, una evidencia, un signo, una señal que coloquen al hombre de nuevo ante su humanidad. (…) Jamás fue tan urgente su necesidad de asir la existencia, de atrapar un rostro, una imagen, un destello del cosmos, la huella de un dios, el gesto de una esperanza.”[1]
Con este texto del poeta Raúl Gustavo Aguirre es posible introducir el libro de Isabel Victoria Krisch, resumir con ellas su ars poetica y aprehender su estructura y contenido. Urge esa necesidad y con esa avidez de captura, Apenas una línea, roja enhebra todos los puntos en una suerte de telaraña, en una red dispuesta para que la poesía no pueda escapar sino en los puntos de fuga que también forman parte de esa telaraña, esa red.

No es posible salir indemne de este libro de poemas. No. Es imposible no teñirse de rojo. No es Apenas ni a penas. Es una sublime línea, íntegra, compacta, como una flecha en manos de una arquera experta. Una flecha roja. No es Apenas una flecha.
Se siente el peso inmediatamente.

Demasiada carga lleva el asno / el asno / la carga / demasiada (…) es demasiado // algo sustancial / en el cuerpo se rompe.

Y es en el cuerpo donde comienza a sentirse lo que se quiebra y se teje, lo roto y lo asido, la red y la trampa.

Sucede que un dedo pregunta si puede morirse / ir muriendo primero despacito porque se está cansando / el pie la pierna toda la osamenta se quiere morir / ya es tiempo dice el cuerpo la cabeza no quiere / no puede – entonces – la estructura la base se despide / de a poco empieza con el dedo y el pie se despega se / desbasa se deshace descoloca desaliña se / suave levanta del suelo despacio se eleva / pausadamente levita se muere lento el pie.

También en lo que más se quiere, claro, en el espejo inmediato que nos devuelve lo que somos, todo eso que somos y que queremos de nosotros cuando queremos a otros. Y claro que en la dignidad, en las señales que los ciegos del reloj no ven, en los gritos desesperados que los sordos del ringtone no oyen, y alerta Isabel, sobre la huella de un dios y el gesto de una esperanza.

Con orgullo y placer presentaremos
Apenas una línea, roja
el lunes 25 de agosto de 2008 a las 19:30 horas
en el Café Montserrat –
San José Nº 524 – Buenos Aires

Se referirán a la obra los escritores Emilce Strucchi y Augusto Casola.

Los esperamos.





[1] Raúl Gustavo Aguirre, Epílogo en Las poéticas del siglo XX, Ediciones Culturales Argentinas, Buenos Aires, 1983.

jueves, 10 de julio de 2008

Filos de lata - Exitosa presentación

La presentación del libro de Mercedes Sáenz, FILOS DE LATA, se realizó el pasado 8 de julio en el Centro Cultural Recoleta, con el acompañamiento de más de cien personas que colmaron las instalaciones.
Después de la bienvenida de rigor, el editor y escritor Rubén Gómez leyó el siguiente texto de su autoría:

"Había una vez una tierra sin nombre al sur de América.
Había una vez un escriba italiano que se llamaba Antonio Pigafetta que se subió al barco que llevaba a Hernando de Magallanes en busca del paso a las Indias que Colón no encontró. Todos recuerdan que ése viaje es el que da la vuelta al mundo que finaliza Sebastián El cano, y el que bautiza al Estrecho con el nombre de Magallanes en su homenaje. En aquella época eran muy populares las novelas de caballería, aquellas mismas novelas que finalmente volverían loco a Alonso Quijano y que lo convertirían en Don Quijote, al buen decir de Cervantes. No solamente se leía en las ciudades sino también en las larguísimas travesías que los navegantes realizaban. Claro está que no todos podían acceder a los libros y que solo una parte de la sociedad gozaba el placer de la lectura porque sabía leer. Esto es algo que no ha cambiado mucho. Pero – y volviendo al cuento - fue que, durante el viaje de Magallanes y al acercarse los navíos a la costa, Pigafetta el escriba toma notas sobre los habitantes que avista. Los hombres que ve estaban vestidos con pieles de guanaco, obviamente tehuelches que se resguardaban del frío. Los nativos eran pacíficos y amigables, y eran más altos que los europeos de antaño. Para saber que así eran habría que esperar unos cuantos años más. Pigafetta describe a los tehuelches tal y como había leído en aquellas novelas de caballería: dice que miden más de dos metros y medio de altura, que son monstruos mitad hombre mitad animal, con garras y feroces dientes. Al verlos por primera vez y antes de escribir sobre ellos, los nombra como había leído en las novelas: “Patagón”, dice.
Había una vez una tierra al sur de América cuyo nombre es hijo de la literatura. No se sabe muy bien por qué la historia habla del tamaño de los pies de los tehuelches, cuando los adjetivos que considera la Real Academia Española para describir a alguien de buen pisar son “patón” o “patudo” y no “patagón”. Es entonces “Patagonia” la tierra de los Patagones, esos terribles monstruos de las novelas de caballería. Es la Patagonia, como dice tan bien el escritor Ángel Uranga, el eco de la letra.

Había una vez un niño al que todas las noches contaban un cuento. Era su mamá la que los contaba a veces desde un libro tomado al azar de la biblioteca, mientras que las más de las otras veces el cuento era una mezcla de otros a propósito del día y de lo que había pasado en él. Era una manera ingeniosa que encontraba para enseñar en esa duermevela en la que pareciera que la permeabilidad del ojo, la voluntad de la imaginación y la complicidad de la noche conspiraban para la memoria y el aprendizaje.
Cuando era el padre el que los contaba se trataba de un verdadero evento. No pasaba seguido ni era algo que se esperaba. El padre del niño siempre los inventaba sobre la marcha y eran a pedido. El niño pedía de piratas y el padre ensayaba sobre la marcha una historia de barcos destartalados, corsarios con lentes y relojes pulsera, tocadiscos a pilas que tocaban un tanguito en mar abierto, e islas del tesoro que escondían un funyi o un paquete de yerba. En otros había príncipes feos, reinas que iban al almacén de compras, hormigas desorganizadas, o gauchos que tomaban granadina. En todos los casos el cuento estaba allí, con el silbido del viento acompañando el relato o los ruidos sorpresivos interrumpiéndolo.
Había una vez un niño al que le leyeron cuentos muchas noches, que creció un poco y comenzó a buscar sus propios cuentos. Es que hay cuentos para todos. Y, adolescente, se le cayeron encima cuentos de Cortázar, Borges y Abelardo Castillo y Haroldo Conti. Y no dejó nunca el vicio. Y si bien escribió y escribe poesía, sigue leyendo cuentos y relatos de viajes y también novelas y más, pero los cuentos lo pueden.
Había una vez un niño al que le leyeron cuentos muchas noches, que creció otro poco, y ya hombre tuvo el sueño enorme de una editorial en el medio de la Patagonia Argentina. Y en Comodoro Rivadavia, donde nació, creó la editorial, lleva editados nueve libros y sostiene su sueño como una encendida vela al viento. Y ahora también edita libros de cuentos. Ese niño, ese joven y ese hombre soy yo.

Había una vez una niña con mamá y papá y ocho hermanos. Una niña que pudo elegir una voz ronca de entre todas las demás. Una que no sabe aún si habrá cambiado bien aquella figurita. La dueña de un no potrillo necesita poner la silla al revés. Una niña que quiere ser india y que sabe descifrar las señales de la memoria y que cuenta los ojos en su luna. ¿Cómo no detenerse a pensar en cuáles son esas señales o los mensajes de la madera? La niña sabe que los jueves es el día de volver con leña y que el aire es el lugar donde cabía otra ramita. Sabe de los arcabuceros y la llave de medio kilo, sabe que son niños y también de los escapularios.
Había una vez una niña con mamá, papá y ocho hermanos que vivió en Patagonia, en un puesto entre Comodoro y Caleta Olivia, y cuya voz fue cincelada con aquellos vientos tempranos que le trajeron una pluma de choique para escribir entre las matas.
Había tantas veces, niña hija, hermana mujer madre, que fueron los cuentos de Mercedes Sáenz. Más de mil noches y una noche en que, como Sherezada, hubo de contar para quien es el rey de la vida, el despiadado tiempo. Y ahora lo vence, lo estira, para que haya más veces y así cambiar el tiempo verbal de la sentencia. Hay esta vez un libro de cuentos. Habrá más veces.

Había una vez estas tres palabras sueltas: había, una y vez, hasta que algún alquimista de las letras supo que podría obtener con ellas la fórmula mágica para comenzar un cuento. Había una vez otras tres palabras sueltas: filos, de y lata hasta que Mercedes las mezcló en este caldero y bautizó su libro con ellas, para su descubrimiento como una suerte de mapa.
Había una vez una tierra hija de la letra y una niña con los ojos en los dedos que ahora es mi amiga. Gracias, Mercedes, por volver al sur del sur. Hay esta vez un libro de cuentos. Habrá más veces."

Tras la lectura se presentó un powerpoint con las fotografías de Isabel Capdevila que se incluyen en el libro, la música de Federico Heine y los textos escogidos de Mercedes Sáenz.
Para finalizar el encuentro los escritores Dalmiro Sáenz y Esteban Peicovich se refirieron a la obra, a la palabra y al oficio del escribir junto a la autora.
Los que tuvimos el privilegio de asistir y compartir con Mercedes de esta presentación de su primer libro, nos llevamos un recuerdo inolvidable plagado de emoción y de buena letra.
Sin duda, habrá mas veces.

lunes, 23 de junio de 2008

¿por qué me gusta tanto? Presentación en Oberá


En primer lugar, agradecer la invitación de la Comisión Organizadora de la Feria del Libro de Oberá y toda su gente en el nombre de Quitita Peruzzo, por el espacio y la calidez con la que nos recibieron para presentar el libro de Nilda Barba, ¿por qué me gusta tanto? y por supuesto, la presencia de todos y cada uno de ustedes en la sala.


Vengo de Comodoro Rivadavia, una ciudad ubicada en la provincia del Chubut, en el centro del Golfo San Jorge, casi en el límite con Santa Cruz, en la Patagonia Argentina. Un lugar donde el mar muestra los colores del cielo y el estado de ánimo, y es azul profundo, verde, celeste, o levanta los rulos blancos enojado con el viento. Es un lugar donde el viento habla con voz de lobo y aúlla las noticias de la meseta, y se vuelve blanco como la nieve o abrasador con los vapores del desierto.


tanteo el horror salino

el perfil de la costa

rasgos de desmesura

oxígeno

ocupa mi corazón

no hay lugar para la sangre

corro acantilados

loba esteparia en la noche

dirijo los vientos

a la aurora

ayün de los mapuches

clarividente

ni un escarabajo en el atanor

me sacaría del trance

ni sacrificar el costado

las rodillas gozan

como mi pelvis

el peso del sol

siete rayos sucesivos

estremecen

así víctima y santuario

así camino

el oleaje

empuña el humo del incienso

la lluvia


Es un lugar donde la gente quiebra la greda en busca de petróleo y envejece por el frío y sus rostros se cincelan con las marcas del tiempo y aquellos aullidos. La gente también intenta romper la greda con semillas, con árboles y añoran cada uno de los lugares de donde provienen. La gente resiste también con una pluma en la mano indagando sobre su propia vida, sobre lo que siente y dice como puede, a veces imitando al viento lobo. La gente es árida como la greda y dura para movilizarse al ritmo del arte, pero también es cálida cuando se permite recibirla. En ese lugar tan joven culturalmente, con apenas 107 años y más de 60 años de gobiernos militares y su consecuencia, es que nace, crece y se reproduce la editorial "Vela al viento".


¿quién diría?

luciérnagas en los dedos

corre niña humeando el aire frío

intermitencia de estrellas

fosforece

la noche entre ciruelos

croa la gramilla sin prudencia

no hace falta

no hay sombras en lo oscuro

quién diría adentro plomo

arañas de caireles

amos siervos

flotan mientras duran

en los propios ríos

el sopor en los ojos pesa indiferente

martirio entre rezos

(el delito es lejano)

por la niña vela y ciñe la cintura

atrás

muñecas no juegan con las ranas

¿quién diría?

siervos amos

sin recuerdos en molleras rígidas

la cárcel

pendiente la tumba

hastíos no saben ni el beso blando

no alcanzan las luciérnagas

las uñas no titilan

¿quién diría?

la niña respira los brillos


En la Patagonia todas las distancias son más grandes, todas las distancias se duplican y domina el tono un pasaje, un viaje, el mismo tránsito de uno y hacia uno mismo. Y es ese viaje, esta tarea que pretendemos iluminar con esta "Vela al viento".

El trabajo de editor brinda la posibilidad de conocer las obras previamente a los ojos lectores -que son los principales destinatarios, más allá de la crítica y la academia- y preparar de la mejor manera los textos para que el objeto libro también sea atractivo.

En este caso el libro como objeto es un motivo de orgullo para la Editorial, ya que es casi tan bello como los poemas de Nilda, y los acompaña. Un formato poco habitual -cuadrado, de 20 x 20- lo destaca en la biblioteca, su diseño interior es también original y la tipografía es suave y agradable al ojo. Las fotografías que actúan como separadores en cada capítulo, van en el mismo sentido que los textos conformando una obra integral. Los fotogramas de Ioana Menéndez tienen en sí mismas una carga de poesía visual tal, que los poemas encuentran en ellos otra forma más de decir y preguntar.


un tutor y la pérgola para merecer

de noche hormigas

que manos y ojos envenenan

no sé por qué

hojas con leche

las raíces garras

truena

amanezco en un matorral

salvaje

las hormigas me recorren

no sé por qué ni náuseas

es fértil el terrón

agua de lluvia

gajos ajenos ritos

luz apretada entre mis pétalos

canales de polen

perfume en las espinas


¿por qué me gusta tanto?


No hace mucho tiempo me preguntaban sobre la utilidad de la poesía en el tercer milenio. La pregunta lleva en sí misma una revisión de la palabra servir por un lado, y por el otro obliga a pensar en por qué escribir y leer poesía en este comienzo de siglo. Y también por qué hacerlo antes, en el siglo pasado o en los anteriores.

Servir es valer, ser útil para un determinado fin -el valor de la poesía, su utilidad y esta ¿en qué sentido? ¿para qué es útil? Un destornillador es útil, pero si tengo que quitar un clavo de una tabla, seguramente me va a resultar inútil-. Servir también es poner la pelota en juego, y es quizás dable pensar en esta última definición. "El juego en que andamos", dice bien Juan Gelman. Esta posibilidad de "andar en juego", de servir la palabra para su devolución y que ese ida y vuelta permita el juego para ganar claro, aún cuando no esté bien definido quién vence y en todo caso, ¿a quién le importa?


a contraviento se huele tibio

la cal sobre los huesos

purgatorio

en galerías

(de eso no se habla)

mil hojas

de palma yacen

(que no se note)

fetal en el seno

de la tierra

(¿para qué?)

abrirá los ojos

las manos en la boca

se sumergirá en el agua pura

necesitará zapatos nuevos

piedras para estrenar

y el manto de maría


había una vez

me dijiste


¿estás despierto?


En la poética de Nilda Barba el juego y la infancia, los secretos y misterios, la danza de las pupilas en la naturaleza y el asombro, se presentan claramente, como si aquellas fotos de antaño hubieran sido tomadas con las huellas digitales en el corazón. Sirven las palabras de Nilda para volver sobre aquellos juegos que intentaban dilucidar la otra cara de las cosas y también de las palabras.


un lugar lejano

dagas en los árboles

dioses con el rostro en la nuca

escaleras con astillas

sin embargo

innumerables gritos y risas

cantos y pelotas contra el vidrio

de la puerta

el trompe l´oeil

el sol en la manija

sin embargo

quieta

¿quién diría?

adentro huele a nata

las mariposas están del otro lado

la vereda el aire

los yuyos

barquitos de papel junto al cordón

la lluvia embarra las guillerminas

sin embargo

aprende a viva voz

las manos de los niños

corre de pared a pared

inventa

baldosas flojas

calles agrietadas

sin embargo un día

será sólo una puerta

un manijón

sólo bisagras


En ¿por qué me gusta tanto? el trabajo creativo consiste en una amalgama de palabras que viajan a través de los sentidos, valiéndose de ellos en la construcción precisa y preciosa de imágenes, que nos permiten trasladarnos a través del cuerpo por recuerdos, sensaciones y reflexiones en busca de las certezas que nunca llegan, como en la vida misma y sea cual fuere la forma elegida para la creación. Así florecen las preguntas vitales del sentido mismo en los jardines, así se indaga en los cuentos y en los espejos, se urden laberintos por los cuales la poeta parece abandonarnos, no sin dejar un hilo de color carmesí hacia la salida que solamente puede hallarse si se está atento a nuestra propia e incofundible voz.


con hilos de color carmesí

desde la cintura

enlazarte quisiera

con hilos conductores

abrir hasta los flecos

del viento quisiera

los hilos de tu voz

(¿y usted le cree?)


escuchar otras canciones

no quiero


Fue el tono inquisidor de ¿por qué me gusta tanto?, el que me llevó a pensar en aquello que Roland Barthes sentenciaba a modo de definición, de descripción y quizás de sino: los escritores eternamente estarán tratando de responder a dos preguntas claves: ¿por qué te amo? ¿por qué le tengo miedo a la muerte?


un antiguo foulard

envuelve su estómago

debajo de los brazos

un nudo

en el respaldo

de ese hombre

que sonríe

dobla y desdobla

el linaje el tiempo

bebí de su boca

caminé de su mano

para sujetar el dolor

necesito la huella

abrazar

a mi padre


Y entonces, si todos los temas condujeran a responder estas dos inquisiciones, si todas la palabras conformaran las flechas, el arco, el blanco e incluso la tensión de la cuerda y la decisión tras haber apuntado para responder aquellas preguntas barthesianas, no podemos dejar de pensar en que claramente aquello de "servir" en este siglo, en el anterior y en cada uno de los milenios que nos precedieron se responde solito y sin más ayuda.

La mejor manera de "servir" a estos fines humanos de indudable trascendencia, es a través de la poesía. En ese "juego andamos" aquellos que vivimos con la esperanza, los que soñamos despiertos, mientras el mundo parece intentar que el ser humano deje de serlo, cambie su condición para deshumanizarse y simplemente estar.

¿por qué los alfileres en mis alas? dice Nilda, con precisión para hablarnos de los castigos al vuelo y a la creación. ¿qué será del canto de la propia voz?, en una reflexión hacia la individualidad en un mundo de parecidos y uniformados al mismo tono. ¿cajones o sarcófagos? dice, y nos empuja a pensar en nuestras pequeñas muertes cotidianas, en lo pendiente, en el tiempo que pasó y en el que nos falta.


nada especial

una cámara silenciosa

lava sus dientes

sin desentonar

zurce pestañas

pone un listón muy alto

salta

desmadejada

una ráfaga de luz

bajo el marco siempre

espacios que no asesinan

los habita cuando el polvo tiembla

y ni los ángeles pueden

dar el paso

al vacío

de la infancia el chocolate

husmea sin caer

de boca


¿por qué me gusta tanto? es un libro sensacional, en el lato sentido de la palabra. Procura transmitir mediante imágenes claras y un lenguaje muy cuidado, las distintas etapas de la vida, y logra conmover la fibra íntima, esa que nos permite sentir cuándo se está frente a la verdadera poesía.

El ritmo, su musicalidad, su tono son propios de quien ha encontrado su palabra, su voz, y en ella y desde ella, Nilda Barba crece con comodidad, dice con claridad y pregunta con sinceridad. ¿por qué no nos acunan? ¿por qué no nos cuentan de princesas? ¿quién ha de recordar?


¿por qué no nos acunan?

¿por qué no nos cuentan de princesas?

el agua corre como la sangre de las heridas

y nos ahogamos

ojalá en la humedad de otra piel

caemos golpeando la nariz

el tabique quebrado

queremos por qué poder llorar

un ay

aunque no se escuche

ni el eco

en la torre de babel

que nos acunen

esperamos

elegir nuestros sueños

y que no nos despierten

mientras duren


Los poemas preguntan, no ya para obtener una respuesta, sino para generar en quien se asoma al libro una invitación para recrear las preguntas, a ubicarlas en otro plano, a repreguntarse sobres estas inquisiciones y hacerlas propias. ¿qué mas los une? ¿cuándo? ¿para qué baldear? ¿cuándo es hora de volver?

Nuestras propias inquisiciones son ese motor que nos lleva a escribir. ¿mi última jugada? ¿se acabaron los peces? ¿dónde los besos?

Son nuestras propias inquisiciones las que nos hacen crecer. Son ellas entonces las que viven en ¿por qué me gusta tanto?

Los invito a conocerlas, a disfrutarlas y sobre todo a vivirlas en la belleza tan presente en las hojas de este libro inquisidor, profundo y maravilloso de Nilda Barba.