martes, 15 de enero de 2008

Nilda Barba y Rubén Gómez con los presos de la Unidad 3 de Rosario

Una intensa luz entre las rejas Un grupo de poetas que participan del Festival Internacional de Poesía de Rosario, ingresaron esta semana a la Unidad de Detención Nº 3 para intercambiar palabras orales y escritas con los internos que desde 2001 participan del taller Historial de Soledades que coordina Susana Valenti. Por Edgardo Pérez Castillo (para Página/12 digital)

Cuatro son las puertas que, custodiadas por sus respectivos guardias, hay que franquear para ingresar a uno de los patios centrales de la Unidad de Detención Nº 3 de Rosario. Y si bien los guardiacárceles parecen estar habituados a la circulación del lugar, la mañana del jueves seguramente les habrá resultado más agitada de lo habitual, a partir de la llegada del contingente de poetas que se acercó para intercambiar palabras (escritas y orales) con los internos que participan del taller Historial de Soledades, proyecto que desde mayo de 2001 coordina Susana Valenti y que les permite descubrir en la poesía un "rincón luminoso donde nadie puede hallarnos".
Escrita prolijamente en el pizarrón ubicado al fondo de una amplia sala adecuada para la ocasión (según el evidente testimonio de sus amplias paredes de un blanco renovado, y de su única ventana elevándose con sus vidrios antes inexistentes), la frase se ofrecía como bienvenida a ese grupo de vates que, a partir de su participación en el Festival Internacional de Poesía de Rosario, decidieron formar parte de un encuentro con esos hombres que, privados de la libertad, descubren en las letras un medio desde el cual convertir los sueños en versos, en una vía para exorcizar sus soledades, su pasado y presente.
Lejos de transformarse en una exhibición de especies extrañas -el recluso por un lado, los poetas y su diversidad cultural por el otro-, la reunión se vio atravesada por un carácter general de camaradería y respeto en el que todas las voces tuvieron su lugar. Porque luego de un recibimiento de los internos que conmovió con su aplauso sincero (y que se correspondió, a su vez, con el de los invitados), Valenti ofreció una breve introducción que dio paso a la lectura de poemas.
"No siempre estos lugares concitan el interés de los poetas, hay gente reticente, temerosa, pero lo interesante es venir acá a darse cuenta de lo que es esta población, que es muy rica. Como poeta, en este momento de mi vida me ha marcado para siempre. Disfruto de este espacio, que no es fácil, pero es un espacio de resistencia y de libertad", apuntó la coordinadora, responsable de haber impulsado la edición de tres antologías que contienen las obras de los internos que participan del taller: Entre la oscuridad y la valentía, Condición circular -"A esta cárcel le dicen La Redonda. Y siempre decimos que el interno tiene un camino circular, va al gimnasio, a los talleres y después vuelve a su celda, es muy reducido su camino", explicó Valenti- y A centímetros del día -"Porque esta cárcel está prácticamente en el centro, a centímetros del día, la calle, donde pasa la multitud, pasan los otros", detalló-.
Fue entonces el momento de las palabras escritas, que se corporizaron en ese conjunto de voces heterogéneas, que se hicieron palpables en los acentos, las tonadas, en la timidez de los internos que, aunque conscientes del valor de los invitados, no se privaron de la posibilidad de exponer sus propias creaciones. El primer turno, sin embargo, fue para los invitados, y así pasaron el tucumano Javier Foguet con su poema del arúspice, el bonaerense Eduardo Mileo con el "San Cayetano" incluido en su libro Poemas del Sin Trabajo, la venezolana María Antonieta Flores, el sanjuanino José Campus, las porteñas Nilda Barba, Mora Torres y Teresa Arijón, el uruguayo Jorge Arbeleche y su cálida oda a un añorado guiso de la infancia, Allison Cooke y sus palabras que llegaron desde la Nación Cherokee de Norteamérica, el peruano Renato Sandoval, el español Javier Jover y la cubana Nancy Morejón con sus bellos versos a la hoja de papel, receptora de la inspiración poética.
Pero habría más voces extranjeras en la mañana, como la del ruso Viacheslav Kupriyanov, que luego de una introducción en su propia lengua, leyó la traducción al castellano de un poema dedicado a los pájaros y las jaulas. Por su parte, el colombiano Rómulo Bustos Aguirre rescató la figura del Sensonte (pájaro reconocido por su capacidad de emular cientos de cantos de otras aves) como una vía para hablar del silencio: "A veces, pareciera cansarse de ser tantos pájaros/ y ensaya un misterioso silencio./ Todo su adentro calla, como si se escuchara a sí mismo callando./ Como si descubriera que en su silencio habita otro pájaro, que canta suspendido en su ramal interior./ Es quizás entonces, más sensonte, que el sensonte".
Y si de sonidos silvestres se trata, el guatemalteco Humberto Ak`Abal permitió uno de los momentos más cálidos del encuentro, entonando un poema en su lengua maya k`iche, el "Cantos de pájaros" con el que retrató generosamente una fauna fantástica, siempre mediante sonidos entre vivos y guturales, a través de silbidos y chasquidos. Estampadas en los rostros de todo el grupo, las sonrisas oficiaban como claro reconocimiento a un trabajo sorprendente.
Llegaría entonces el turno de los participantes del taller Historial de Soledades. Silencio, noche, vida e infancia encontraron sus metáforas en las voces de Leonardo, Ariel, Horacio, Néstor y Mauricio, algunos de los representantes de un proyecto que integra y reforma a través de las letras. Proyecto que en la mañana del jueves recibió un espaldarazo de parte de ese grupo de creadores que se determinó a franquear las barreras del desconocimiento para introducirse en ese mundo plagado de límites (geográficos y de los otros). Como Fabián Silva, que a pesar de haber recuperado la libertad decidió volver a encontrarse con sus viejos compañeros de taller y ser partícipe del hecho histórico.
Y ese carácter de inédito no fue pasado por alto por ninguno de los asistentes. "La verdad que es una posibilidad que no te la da nadie, porque nosotros estamos presos, privados de la libertad, porque hemos hecho daño en la calle. Hoy tenemos la posibilidad de escribir y poder compartirlo con gente de otros países es algo muy lindo", reconoció Ariel, mientras que Horacio apuntó: "Es muy importante que poetas del exterior puedan venir a escuchar lo que uno escribe, dentro de este lugar en el cual me encuentro. Por un lado es como aterrador, pero por el otro muy satisfactorio, porque siento como que me expando y que lo que escribo sale hacia afuera, me siento libre".
Figura recurrente, las letras parecen estar instaladas en los talleristas como una vía de escape. "Buscando en el interior de uno encontramos muchas cosas que no podíamos hallar -analizó Javier-. Es ver más allá y decirlo como nos sale de adentro, ver más allá de estos muros, de los guardias, más allá de la muerte, porque en estos lugares está mucho el tema de la muerte. Ahora estando en un encuentro internacional nos muestra que se puede, que tenemos potencial. Que nuestra forma de vivir no era solamente vivir en un lugar marginado, o morir joven".
Entre los poetas invitados, la sensación corría por senderos similares. "Es una experiencia sui generis muy particular -apuntó el guatemalteco Rómulo Bustos-. Realmente debo decir que es la primera vez que vengo a leer a una cárcel. Me habían propuesto otras veces y siempre me he rehusado, porque me parecía que iba a ser una experiencia muy depresiva. Esto ha sido todo lo contrario, ha sido una fiesta. Porque hay un público especial, singular, receptivo y creador en la palabra. Me maravilló en algunos de los textos ese alto sentido de dignidad, de fuerza interior que lo preserva, que le crea una coraza. Realmente, debo decirlo, es una experiencia maravillosa".
"A la poesía la asumo como una búsqueda interior, la búsqueda de ti mismo. Yo, como creo que todos los seres humanos, he plegado un camino que está lleno de confusiones. A veces no sé qué soy realmente, pero cuando quiero saber qué soy, en algún momento que estoy muy confuso, entonces recurro a mi libro de poesía, y ahí me encuentro. Entonces si la poesía es una zona de encuentro con uno mismo, entonces la poesía ante todo es eso, libertad. Porque cuando tú te encuentras a ti mismo es cuando eres realmente libre, mientras tanto no, estás en cárceles de otro tipo. No son las cárceles de hierro, sino las que el mundo te impone. Porque creo que esta época moderna, industrial, es una época de cárceles, de cárceles sutiles, como el dominio de la mass media, la prueba más sutil y peligrosa de las cárceles. Sobre todo porque la gente no sabe que está encarcelada", agregó.
Ya disuelta la ronda que permitió la ordenada sucesión de lecturas, sobre el mediodía el encuentro ingresó quizás en su terreno más rico: el del intercambio anárquico y casual de historias, el de la humilde solicitud de autógrafos para esos invitados que, a su vez, se empapaban de los relatos de sus huéspedes. Orgullosa testigo, Susana Valenti no ocultaba sus emociones: "Estoy más que satisfecha, super emocionada. Yo soy bastante escéptica y digo que uno tiene que partir de la desesperanza y del escepticismo, porque tenés que manejarte con la realidad y a partir de ahí caminar y construir. Esto me demuestra que no todo está perdido".

viernes, 11 de enero de 2008

Lágrima Demorada: Primer libro de Viviana Santamarina



Toda aparición de un primer libro, un libro debut es siempre motivo de ansiedad, de múltiples revisiones, correcciones, marchas y contramarchas para escritores y editores. Ante el "debut" el escritor abre ante sus ojos un mundo distinto y carga de ilusiones una mochila que se pone al "recibirse" en este oficio. El editar no representará un cambio de vida ni tampoco la fama ni el oro ni otros artificios tocarán la puerta del escritor, pero sin lugar a dudas siempre representa una fiesta, una alegría que se comparte con quienes nos rodean, con los lectores que encuentran - cuando pueden - una voz nueva.


Lágrima demorada, es el último libro que editó Vela al Viento en diciembre pasado. Una cuidada y delicada publicación que acompaña los textos que eligiera Viviana Santamarina para presentarse por primera vez a juicio de lectores y colegas.


Su "profe" fue la encargada de la contratapa del libro que, a modo de presentación, Belén Ancízar dice:




"Si la lágrima irrumpe, inevitable. Si se detiene y moja tanto que ya no se sabe con certeza. Si se demora ahí, en el borde del ojo, y cae la noche y tantas otras noches. Anido una pena / razonable y cruel. Esta es la lucidez, a pesar de la neblina, en un instante de oscuridad.


Hay una voz que tiene frío. Extirpa las palabras y notorios restos de duda. Se necesita espacio para saber, versos para dejar salir esa lágrima que permanece en un rincón de la experiencia.


Sólo la noche hace abrir los sueños, dice Viviana Santamarina. Mientras, entrega pedazos del mundo que, lejos de fragmentar su poesía, la hacen crecer inmensa.




El poema que le da el nombre al libro dice:




No podría vivir si no vivieras


ésta es la auténtica imagen


que agita los espejismos


de tu ausencia




estoy


viendo la solitaria


conversación del olvido




triste será la travesía


para la última lágrima


demorada.




martes, 8 de enero de 2008

Eso está ahí, en los poemas...

(Presentación del libro SIEGA de Rubén Eduardo Gómez, Café Literario del Centro Teatro de Comodoro Rivadavia, 09 de Septiembre de 2004)

Bogavante
Quiero antes que nada agradecerles la presencia en este horario y día tan extraños a un evento literario (jueves, 21 horas), que importa.
Importa toda aparición de un libro en la Patagonia. Es una celebración, una fiesta, un motivo de alegría. Y en este caso también celebramos el nacimiento de una editorial: Bogavante, de la que soy parte y tengo el orgullo de ser el primer autor local que es publicado, lo que convierte a esta reunión en doblemente feliz.
Bogavante es una suerte de cooperativa de trabajo surgida de las entrañas mismas de la Feria de la Palabra y que conformamos con Anahí Nahoe, Paz Garrido, Paulina Uviña y Marcos Maíz, al menos por ahora y que seguramente con el correr del tiempo seremos más.
Bogavante viene a cubrir lo que creemos hace falta en nuestra ciudad y quizás en la región: una editorial que encuentre las formas de que el autor dedique mas tiempo a escribir que a desencantarse siendo su propio publicista, repositor, vendedor, diseñador, cobrador, etc.
La idea es seguir publicando con periodicidad, buscar la forma de atraer a otros autores, sobre todo a los inéditos, a los jóvenes y crear un catálogo de títulos locales y regionales que nos permita delinear nuestra identidad o al menos dejar el registro de esta etapa en nuestra cultura.
No nos circunscribimos a textos literarios, sino que también buscaremos textos de investigación, ensayos, historia, periodismo, filosofía, sociología y más. Así es que buscamos que la comunidad comprenda nuestro trabajo y la idea inicial, y sobre todo que nos apoye adquiriendo los libros y proponiéndonos proyectos de edición.
Agradecimientos
Hoy es “Siega” mi tercer libro el que nos convoca. Y lo primero que debo hacer es agradecer a Sebastián Pinelli la disposición para con este evento, permitiendo que la presentación se haga aquí, en el Centro Teatro, en su Café Literario, tanto para el sábado, en el que por razones ajenas a nuestra voluntad no pudimos llevarlo a cabo, como para hoy.
También el desinteresado apoyo de FM Bizarra que nos brindo la posibilidad de editar el libro con su gestión y difusión, creyendo firmemente en este proyecto incipiente que representa Bogavante.
Tengo que agradecer al artista local Diego Ariel Gómez, mi hermano, el responsable de ese dibujo sensacional que hizo para la tapa del libro y que solo tuvo como referencia lo poco y casi nada que le conté, sin siquiera haber leído los textos.
A mi familia, toda mi familia, que está ahí siempre sosteniendo el sueño y que suelen tirar del hilo de plata para evitar que siga al viento, manteniéndome con un pie en la tierra.
Y a Andrés Cursaro, un poeta con todas las letras y cuya amistad me enorgullece, y que creí era la persona mas capacitada para hablar de este libro, puesto que es quien me vio dar mis primeros pasos en la poesía, con quien crecimos espalda con espalda, con quien compartimos lecturas y máquinas de escribir, proyectos y hombros.
Andrés es co-autor junto a quien les habla del poemario “El pecado de soñar” editado por Filofalsía en 1988 y de “Jirones de un desierto que oscurece” editado por Último Reino en 2002.
Los invito a escuchar a Andrés Cursaro, quien se referirá a Siega a modo de presentación.

Es algo muy especial para mí estar aquí, presentando el libro de mi amigo Rubén Gómez, de mi hermano Bencho.
Han pasado 14 años desde la aparición del último libro de Gómez. Aquel “Géiser” fue la puerta de un silencio poético en libro que se cierra hoy con esta presentación de “Siega”. Bienvenidos entonces, a esta fiesta, a esta manifestación de memoria y resistencia.
Hasta hoy Gómez mantuvo su obra en silencio. Durante 14 años su propia voz poética quedó callada. Pero Gómez, durante ese silencio propio, no dejó de mostrar su otra voz; de callara aullidos y abrir el camino para que se escuchen nuevas voces en Comodoro Rivadavia.
Entre “Géiser” – su último libro publicado en 1990 – y “Siega”, creó la ya mítica revista Bardo. Fue el poeta Gómez, en rol de editor, quien decidió, a fuerza de convicción, capricho y trabajo, acallar su propia voz y levantar el volumen de otras voces. Así, en esa revista fue posible, es posible encontrar trabajo de grandes poetas de la Argentina, de grandes poetas de la Patagonia y de grandes poetas de Comodoro.
También fue Gómez, dándole descanso a su propia voz, quien organizó a fuerza de capricho, convicción y trabajo, la Feria de la Palabra mostrando el otro lado de la cultura oficial, oficialista.
Hubo una el año pasado. Para ella llegaron trabajadores de la palabra de todo el país. Poetas como Irene Gruss, Marta Miranda y Majó Abeijón estuvieron allí. Y hubo otra este año, con la presencia de Daniel Chirom, Juan Carlos Moisés, Jorge Spíndola y el querido Raúl Mansilla, entre otros poetas y laburantes de la palabra llegados para compartir con nosotros, precisamente, sus palabras.
Un poeta no deja de ser poeta cuando calla. Un poeta no deja de ser poeta cuando lo callan. Un poeta no vive de la poesía. Pero si, un poeta vive la poesía. Y el resultado de esta pequeña o gran vida de Gómez está hoy entre nosotros. “Siega” llega para demostrar que Gómez, a pesar de su silencio público (elegido o impuesto), siguió construyendo una obra. Y la construyó como debe ser: en silencio, con caprichos, convicciones, trabajo y, sobre todo, talento.

No soy ni la sombra de un crítico.
No voy a decir, porque no pudo, porque no tengo como decirlo, si este libro de Gómez, pertenece a tal o cual corriente, si el tono que empleó es el adecuado, si el corte de os versos responde a determinadas estructuras. No voy a decir hasta “aquí estoy, hasta aquí aquello”: solo voy a decir que Gómez, en Siega, se ha desprendido de lo que sintió que le sobraba.
En estos poemas se muestra despojado, introspectivo; aparece como un buceador de sí mismo con la plena conciencia de lo que lo rodea; Gómez, en algunos poemas, se convierte en espejo y nosotros, si fuera posible, veríamos pensamientos, sensaciones, descripciones de lo que nos rodea y envuelve.
Gómez nos muestra, en las tres partes de este libro, tres maneras de revisarnos, de viajar hacia adentro, pero con la remera afuera, sacudida por la velocidad; como cuando vamos en un auto y abrimos el vidrio y flamean las mangas de la camiseta.
Una primera parte (Siega) netamente relacionada con el exterior, con el mundo que está allí afuera; la segunda parte (Papamán) vivencial, emotivamente relacionada con su padre, con su madre, sus hermanos; y la tercera (Huellas) donde abre la puerta de su otra casa y deja que veamos su vida diaria (la familia que él ha formado, sus hijos, amigos, trabajos y entreveros).
Y, sin embargo, no es Gómez el que ahí está. Mejor dicho: sí es Gómez, pero también puede ser cada uno de nosotros el que esté en ese libro, en esos poemas. Y esto – como dije antes – es lo que hace a Siega un libro que nos lleva a revisarnos, a viajar hacia adentro pero con las mangas de la camiseta flameando afuera.
Gómez nos presenta hoy esta obra: Siega.
Siega con ese, no con cé. Porque esta obra de Gómez no nos deja a oscuras, caminando a tientas entre la tierra y el viento. Al contrario, este libro nos abrirá los ojos para ver. Nos segará, nos cortará de raíz los prejuicios para, si queremos, veamos más allá de lo que nos rodea cotidianamente y subamos a un tren que nos depositará en nosotros mismos y tengamos plena conciencia de cómo nos paramos ante nuestro cercano o lejano, pequeño mundo.

Escuchen todo lo que puedan.
Escuchen un poco más.
Escuchen
Y escúchense.

Recomienda imperativo Gómez en uno de los poemas que integran Siega. Y remata:

¿lo oyen?
¿Pueden escuchar
el paso constante
ensordecedor
el paso
del tiempo?

Brindo por Siega, por Gómez, por el paso ensordecedor, el paso del tiempo. Quiero brindar CON mi hermano por este gran libro y por dejarnos viajar con él en nosotros. Salud.

Gracias, Muchas Gracias Andresitoquerido.

“Siega” es un edificio plagado de gente hablando
Hace muy poco tiempo pude leer una entrevista a Anahí Mallol, una poeta de La Plata. En ella dice que descree del género entrevista ya que “si un poeta tiene algo para decir, eso está ahí, en los poemas” (1)
Además, bien dice José Saramago: “No se pregunta, pues, al poeta que pensó o sintió, precisamente para no tener que decirlo escribe versos”.
Por eso es que yo no tengo mucho para decir en este momento y sí es que quisiera que todos leyeran este libro y todos los que vengan de aquí en mas. Pero me voy a permitir, sí, decir algunas palabras en torno a la poesía.
Mallol agrega que tampoco cree “que la última palabra la tenga el autor”, a lo que adhiero totalmente. Mi amigo, mi hermano Andrés Cursaro es una de las pocas personas que han tenido acceso a las diferentes caras que ha tenido este libro, esta “Siega” a lo largo de estos catorce años que pasaron entre mi segundo libro, “Géiser” y el que hoy presentamos aquí. Digo que ha tenido diferentes caras no solamente porque ha cambiado de título y de contenido, sino porque ha tenido períodos ultra barrocos, con excesos de adjetivos y todos los recursos posibles que brinda el lenguaje. Hube de abusar de ellos durante algunos años.
Ahora, si se pudieran comparar algunos poemas que tienen quizás más de catorce años en su primer esbozo, con la versión finalmente editada posiblemente nos demos cuenta de que el alma del poema está tanto en unos como en otros. Si ahora están mejor o peor que antes no puedo decirlo y seguramente ustedes tampoco porque solo conocerán esta versión, la que hoy presentamos.
Pero sí estoy seguro de que allí tampoco está dicha la última palabra, que habrá, como alguien dijo alguna vez, tantos “Siega” como ojos posados sobre él. Los poemas vuelven a escribirse después de cada lectura, cada lector rescribirá “Siega” y lo enriquecerá con sus propias imágenes, recuerdos, palabras, fotos y sentidos.
Allí la dificultad del lenguaje, que rara vez nos sirve para hacernos entender sino que la mayoría de las veces nos invita a averiguar. A medida que dominamos más palabras (o creemos hacerlo) nos damos cuenta de cuan dura es la tarea de comunicar o transmitir a través de la letra. Justo vengo a poner la palabra “través” cuando pensaba hablar de las voces. Voz es también palabra según el diccionario, y esto es realmente significativo.
“Siega” es un edificio plagado de gente hablando, voces distintas, y desde su título corta y enceguece a la vez, aclara y oscurece, empareja y destaca. A través de la letra, a través de la palabra, “Siega” tiene la pretensión de ser un libro de poemas que estimule las voces del lector, que movilice las múltiples palabras que parecen faltarle y que no supe encontrar.
Puede parecer un libro despojado, es cierto. La primera “Siega” fue mía, no hay tantos adjetivos como se suele encontrar en otro tipo de poesía, no hay puntuación excesiva ni siquiera hay mayúsculas. Ahora, la pregunta es: ¿hay poesía?
Y en tal caso ¿qué la generó y por qué?
Vuelvo a encontrar la respuesta en lo que dice Anahí Mallol, quizá con mejores palabras que las mías, dice: “No sé si puede hablarse de elementos generadores de la poesía, como si hubiese algo preexistente a eso que surge con forma de poema. Creo más vale que se trata de una cuestión de materias y materiales en movimiento, de fluidos, de ritmos, significaciones. La materia es, ya lo dijo Flaubert, el lenguaje, y a este respecto, un poema puede cristalizar a partir de una frase escuchada en el colectivo, intercambiada con una amiga o con un chico, leída en cualquier revista o periódico, oída en cualquier canción del pop o del rock, leída en el texto más canónico del canon occidental. Pero la frase o la palabra o el ritmo pueden aparecer también por sí solos, surgir de la quietud de un día de bochorno o de lluvia fina o de una sensación cualquiera: alguien que te mira al pasar, alguien que no te mira, un fotograma de la televisión o del diario, que se yo. Solo hay que estar atento.”
El lenguaje, su ambigüedad, su simbología, la convención que implica su utilización y los “ruidos”, las interferencias, el ir y volver por la historia y sus modificaciones, la coyuntura y la desunión, el paisaje que intentamos decir, ese que queremos que viaje y diga a través de la voz que le ponemos, es como tratar de hacer un doblaje en una película que tiene otro idioma, una traducción de un lenguaje que nos es familiar en nuestras palabras pero que tiene su propio decir, al punto que todos lo leemos distinto, ¿o acaso mi árbol, el árbol que aparece en mi mente cuando leo la palabra árbol es igual a la que tiene quien la escribió?
Por supuesto que no.
Un poema que integra este libro se llama “desobediencia” y dice:
“suenan
flautas
a contrapelo”
y si tuviera que elegir un “ars poética” creo que allí, en ese poema la encuentro y termina siendo materia en mis dedos.

Para finalizar la presentación del libro quisiera nuevamente agradecerles la presencia e invitarlos a escuchar algunos poemas de “Siega” envueltos en el regalo que nos da la buena música.
(Se escucha la grabación de poemas por el autor con música)


(1) (Vox Virtual N° 16, Noviembre de 2003, la entrevista a Anahí Mallol fue realizada por Noelia Froschauer como actividad del Taller de Oralidad y Escritura II, de la Universidad Nacional de Mar del Plata coordinado por Ana Porrúa)