(Presentación del libro de Claudia Zárate, “Poeta de Sueños” (poemas, Bogavante Poesía, Comodoro Rivadavia, 2007) 26 de Abril de 2007, en el CEPTUR de Comodoro Rivadavia)
En principio quería agradecer la disposición y buena voluntad de los empleados municipales que tienen a su cargo el CEPTUR y que nos permiten estar aquí hoy. También un especial agradecimiento a José Luis Villarroel, quien nos brinda la asistencia técnica en el sonido que respondió solícitamente a un llamado de última hora y que nos permite hacernos oír.
Y en un apartado a la presentación quiero decir que nos acompaña para hablar del libro “Poeta de Sueños” el escritor Ernesto Allende, quien ha decidido apartarse de la presidencia de la Biblioteca Darío Hugo Fernández del Barrio San Martín tras quince años de denodada labor, de múltiples alegrías y unos cuantos sinsabores y tristezas. Seguramente coincideran conmigo en reconocer su trabajo y valoremos su esfuerzo y ejemplo con nuestro mejor aplauso.
Todos los libros tienen una historia atrás, además de las que muestra en su interior. Una historia que está debajo de la solapa, una historia que no se conoce y que muchas veces queda subordinada y olvidada detrás de la alegría que implica la aparición de un libro, sobre todo si se trata de un libro patagónico y ni que hablar si además es comodorense y que significa el primero de una escritora que así se presenta ante el público.
Siempre estas historias hablan del sacrificio que implica el hacer en estas tierras, como el labrar la greda hasta el hastío, siempre cuentan sobre las dificultades sorteadas y a sortear. No es fácil este oficio del escribir, no es nada fácil lograr que la gente se interese, ingrese al libro de poemas y se conmueva, no es nada fácil proponerse el llegar a la gente con palabras sencillas y desde el corazón, como es lo que pretende Claudia Zárate, sobre todo porque ha elegido y como en toda elección hay un montón de opciones que han quedado de lado, entre ellas la academia y los rótulos y etiquetas que caerán aún cuando pase el tiempo sobre los textos. Pero eso será materia de otro análisis, el que se pretende hacer desde algunos claustros donde hay formas y catálogos, influencias y estanterías, pero donde generalmente se olvida o no se permite sentir o vibrar, emocionarse y asombrarse con un texto. Quiero decir que Claudia ha elegido un camino claro y definido para comenzar: llegar a la gente con lo que tiene que decir y es claro su destinatario.
Y no sería esto posible si en esta travesía no tuviera a su lado a Lorenzo, su marido, quien ha apoyado sin reparos, con sinceridad, y sobre todo con amor, el nacimiento de este libro. Pero la historia que me ocupa es otra, es la de la tapa del libro. “Poeta de sueños” llegó a mis manos sin tapa. No tenía ninguna imagen previa, ni alguna que la autora hubiera pensado para ilustrar y presentar sus poemas. Coincidió con la llegada del libro que estaba yo buscando imágenes para otro proyecto editorial, mientras editaba los poemas de Claudia. Cuando terminé de leerlo y de prepararlo para ser impreso y absolutamente de casualidad, llegó a mis manos un libro con fotos de cuadros de Salvador Dalí, ese genial artista español, quizás ícono del surrealismo en las artes plásticas. Había varias opciones, sobre todo porque la figura femenina habita la obra de Dalí, pero éste cuadro en particular, que se llama “Figura asomada a la ventana” de 1925, es particularmente una de las mas sencillas de este enorme pintor, digo sencillas para quien como yo, es un semi analfabeto en estas lides.
Entre las cuatro o cinco opciones presentadas a Claudia, ella sin dudar eligió la que Uds. pueden ver ahora publicada como tapa del libro. Nunca me dijo por qué la había elegido pero lo hizo de una manera clara y contundente.
Mientras armaba la tapa comencé a pensar y tratar de entender el por qué de la elección y entonces volví a leer su poemario, ya por quinta o sexta vez. Y era clarísimo. La figura asomada a la ventana es la de una mujer sola, contemplando con tranquilidad hacia fuera, como esperando la llegada de alguien y que justamente refleja en uno de los poemas en el interior, pero también puede verse en la imagen de esa ventana un cerro que divide cielo y mar, tan presentes en la poética de todo autor patagónico. Esas inmensidades que parecen rodearlo todo, cielo arriba, el mar donde la meseta no llega y de lo contrario todo el desierto, todo ese desierto que no es tal y que a veces parece estar en silencio como la noche, y solo hay que saber escuchar el dictado interno, la fibra que vibra.
Claudia Zárate escribe mirando por la ventana, que curiosamente es de una sola ala, pero se trata de una ventana que abre hacia fuera o bien hacia adentro, y como en el cuadro de Dalí las cortinas están corridas, están allí, pero no las usa ni para velar la luz, ni para ocultar lo que sucede puertas adentro o quizás ventanas adentro de su casa.
El cuadro ofrece equidistancia y equilibrio entre el cielo y el mar que separa ese cerro, y la figura asomada a la ventana levanta el pie derecho para mirar. Y esto es también toda una analogía. Esta posibilidad de escribir con un pie apoyado en el piso de su casa, un pie a tierra, ese contacto con la cotidianidad necesario para contar su tiempo y realidad, el pie izquierdo del lado donde está el corazón, y el otro, curiosamente el derecho, el lado de la creatividad, el lado donde se ubica la lapicera en el aire, volando, creando.
La poesía no es un arte menor, ni un género “cenicienta” como algunos pretenden, ni está en extinción. La poesía está mas cerca de la ontología o la filosofía que de la literatura, y en esta zona nos encontramos, cuando nos lo permitimos, más humanos, más cercanos.
El poeta Raúl Gustavo Aguirre decía que “la palabra es el elemento más complejo que existe para la creación, puesto que no sólo se comporta en su polivalencia de sonido, imagen y concepto, sino que a la vez está imbuida del curso de la sangre a través de las edades, y permanecen en ella las formas larvales de los hábitos, resquicios, sedimentos, formas mnemónicas, convenciones, tabúes y secuencias imponderables e impredecibles que hacen de ella el más impuro, el más complicado y, a la vez, el mas rico de los elementos que puede encontrar un creador”, y agrega que “el poema es el acto más difícil de que es capaz el hombre. Ninguna forma de creación requiere como él de la presencia absoluta. Ninguna otra forma de creación requiere como él del dominio de tantas alternativas”.
Y allí entonces, Claudia Zárate, con su libro “Poeta de sueños” sumida en el dominio de alternativas y con la palabra como el elemento elegido para la creación, levantando su pie derecho y mirando por la ventana. Creo que entendí por qué eligió este cuadro y no otro.
Gracias, Claudia, por elegir a Bogavante para editar tu libro y que vengan muchos más.
En principio quería agradecer la disposición y buena voluntad de los empleados municipales que tienen a su cargo el CEPTUR y que nos permiten estar aquí hoy. También un especial agradecimiento a José Luis Villarroel, quien nos brinda la asistencia técnica en el sonido que respondió solícitamente a un llamado de última hora y que nos permite hacernos oír.
Y en un apartado a la presentación quiero decir que nos acompaña para hablar del libro “Poeta de Sueños” el escritor Ernesto Allende, quien ha decidido apartarse de la presidencia de la Biblioteca Darío Hugo Fernández del Barrio San Martín tras quince años de denodada labor, de múltiples alegrías y unos cuantos sinsabores y tristezas. Seguramente coincideran conmigo en reconocer su trabajo y valoremos su esfuerzo y ejemplo con nuestro mejor aplauso.
Todos los libros tienen una historia atrás, además de las que muestra en su interior. Una historia que está debajo de la solapa, una historia que no se conoce y que muchas veces queda subordinada y olvidada detrás de la alegría que implica la aparición de un libro, sobre todo si se trata de un libro patagónico y ni que hablar si además es comodorense y que significa el primero de una escritora que así se presenta ante el público.
Siempre estas historias hablan del sacrificio que implica el hacer en estas tierras, como el labrar la greda hasta el hastío, siempre cuentan sobre las dificultades sorteadas y a sortear. No es fácil este oficio del escribir, no es nada fácil lograr que la gente se interese, ingrese al libro de poemas y se conmueva, no es nada fácil proponerse el llegar a la gente con palabras sencillas y desde el corazón, como es lo que pretende Claudia Zárate, sobre todo porque ha elegido y como en toda elección hay un montón de opciones que han quedado de lado, entre ellas la academia y los rótulos y etiquetas que caerán aún cuando pase el tiempo sobre los textos. Pero eso será materia de otro análisis, el que se pretende hacer desde algunos claustros donde hay formas y catálogos, influencias y estanterías, pero donde generalmente se olvida o no se permite sentir o vibrar, emocionarse y asombrarse con un texto. Quiero decir que Claudia ha elegido un camino claro y definido para comenzar: llegar a la gente con lo que tiene que decir y es claro su destinatario.
Y no sería esto posible si en esta travesía no tuviera a su lado a Lorenzo, su marido, quien ha apoyado sin reparos, con sinceridad, y sobre todo con amor, el nacimiento de este libro. Pero la historia que me ocupa es otra, es la de la tapa del libro. “Poeta de sueños” llegó a mis manos sin tapa. No tenía ninguna imagen previa, ni alguna que la autora hubiera pensado para ilustrar y presentar sus poemas. Coincidió con la llegada del libro que estaba yo buscando imágenes para otro proyecto editorial, mientras editaba los poemas de Claudia. Cuando terminé de leerlo y de prepararlo para ser impreso y absolutamente de casualidad, llegó a mis manos un libro con fotos de cuadros de Salvador Dalí, ese genial artista español, quizás ícono del surrealismo en las artes plásticas. Había varias opciones, sobre todo porque la figura femenina habita la obra de Dalí, pero éste cuadro en particular, que se llama “Figura asomada a la ventana” de 1925, es particularmente una de las mas sencillas de este enorme pintor, digo sencillas para quien como yo, es un semi analfabeto en estas lides.
Entre las cuatro o cinco opciones presentadas a Claudia, ella sin dudar eligió la que Uds. pueden ver ahora publicada como tapa del libro. Nunca me dijo por qué la había elegido pero lo hizo de una manera clara y contundente.
Mientras armaba la tapa comencé a pensar y tratar de entender el por qué de la elección y entonces volví a leer su poemario, ya por quinta o sexta vez. Y era clarísimo. La figura asomada a la ventana es la de una mujer sola, contemplando con tranquilidad hacia fuera, como esperando la llegada de alguien y que justamente refleja en uno de los poemas en el interior, pero también puede verse en la imagen de esa ventana un cerro que divide cielo y mar, tan presentes en la poética de todo autor patagónico. Esas inmensidades que parecen rodearlo todo, cielo arriba, el mar donde la meseta no llega y de lo contrario todo el desierto, todo ese desierto que no es tal y que a veces parece estar en silencio como la noche, y solo hay que saber escuchar el dictado interno, la fibra que vibra.
Claudia Zárate escribe mirando por la ventana, que curiosamente es de una sola ala, pero se trata de una ventana que abre hacia fuera o bien hacia adentro, y como en el cuadro de Dalí las cortinas están corridas, están allí, pero no las usa ni para velar la luz, ni para ocultar lo que sucede puertas adentro o quizás ventanas adentro de su casa.
El cuadro ofrece equidistancia y equilibrio entre el cielo y el mar que separa ese cerro, y la figura asomada a la ventana levanta el pie derecho para mirar. Y esto es también toda una analogía. Esta posibilidad de escribir con un pie apoyado en el piso de su casa, un pie a tierra, ese contacto con la cotidianidad necesario para contar su tiempo y realidad, el pie izquierdo del lado donde está el corazón, y el otro, curiosamente el derecho, el lado de la creatividad, el lado donde se ubica la lapicera en el aire, volando, creando.
La poesía no es un arte menor, ni un género “cenicienta” como algunos pretenden, ni está en extinción. La poesía está mas cerca de la ontología o la filosofía que de la literatura, y en esta zona nos encontramos, cuando nos lo permitimos, más humanos, más cercanos.
El poeta Raúl Gustavo Aguirre decía que “la palabra es el elemento más complejo que existe para la creación, puesto que no sólo se comporta en su polivalencia de sonido, imagen y concepto, sino que a la vez está imbuida del curso de la sangre a través de las edades, y permanecen en ella las formas larvales de los hábitos, resquicios, sedimentos, formas mnemónicas, convenciones, tabúes y secuencias imponderables e impredecibles que hacen de ella el más impuro, el más complicado y, a la vez, el mas rico de los elementos que puede encontrar un creador”, y agrega que “el poema es el acto más difícil de que es capaz el hombre. Ninguna forma de creación requiere como él de la presencia absoluta. Ninguna otra forma de creación requiere como él del dominio de tantas alternativas”.
Y allí entonces, Claudia Zárate, con su libro “Poeta de sueños” sumida en el dominio de alternativas y con la palabra como el elemento elegido para la creación, levantando su pie derecho y mirando por la ventana. Creo que entendí por qué eligió este cuadro y no otro.
Gracias, Claudia, por elegir a Bogavante para editar tu libro y que vengan muchos más.
2 comentarios:
me parece un libro excelente por su simpleza y su forma tan particular de llegar al corazon de l lector pòeta de sueños encierra todo lo vivido por su autora me gusto mucho su formato su armado todo muy bueno betty
hola sr ruben veo que su trabajo es muy bueno y que se deberia difundir mas ya que la calidad de su trabajo es muy buena me gusta mucho lo que hace sobre todo la presentacion de ese libro poeta de sueños felicitaciones
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