Palabras sobre libros
Alguna vez escuché decir a Jorge Luis Borges: Me gusta jugar a que no soy ciego y por eso sigo comprando libros.
En el texto escrito y leído por Rubén Eduardo Gómez, Director de la editorial “Vela al viento” el 23 de abril de 2014, en el marco de la celebración del Día Mundial del Libro realizada en Comodoro Rivadavia y que él titulara “Los libros y los lectores afiebrados”. Se refirió a la relación que tenemos con los libros y especialmente, a su fiebre lectora; pero creo pertinente remarcar esta: Un libro es un pasaporte al conocimiento del alma.
Sí, es cierto, a través de un libro, uno conoce el alma de los personajes y con las sensaciones que deja, también la propia. Que en definitiva, más allá de los viajes geográficos o temporales que podamos realizar a través de las páginas, esto resulta mucho más importante.
Mi tío Juan Pedro en la adolescencia, fanatizado o afiebrado, como dice Gómez, leía poesía gauchesca en la cama y antes de dormirse a la luz de una vela. Pero su hermano mayor, ansioso por descansar, se la tumbaba de un alpargatazo y concluía la lectura.
Regresan mi hermano Jorge en la infancia y su amigo “Pocho”, en las dos casas tenían sus bibliotecas y solían juntarse a leer en vez de jugar; la casa forrada de libros de Juan Carlos Moisés; los libros incunables de David Aracena; Bruno Di Benedetto y los libros hasta en el baño; Gustavo Rodríguez, armado con una linternita, quien como muchos leen en el ómnibus que une a Trelew con Puerto Madryn.
Lectores empedernidos, de ayer y de hoy, aferrados al objeto libro; desvirtúan las palabras que recibe Gómez: El mercado no está para libros, los libros electrónicos son una forma de lectura más moderna y cool, los libros son incómodos para llevar de viaje o para leer en cualquier lado, que son antiguos, nadie lee, que no se venden.
¡Y: pensemos en las bibliotecas populares que se abren en los barrios todos los días!
Rodeado por circunstancias relacionadas con la carencia de vista, no puedo desprenderme de lo que soy, de la tristeza de no haber podido leer. Dijo Rodolfo Hernández, amigo y oftalmólogo: Tu ojito, nunca va a poder leer. Sin embargo y al igual que Borges, continúo juntando libros; no por jugar a que veo bien –eso no sé si está asumido, pero si entendido-, sino porque los amigos se toman el tiempo de leérmelos.
Hace ya unos cuantos años, escuchaba una conferencia de Mempo Giardinelli, quien en su transcurso dijo: Uno es.
Lo que ha leído.
Cuando concluyó, intrigado, me acerqué para preguntarle: ¿Y los que nunca hemos leído?
La respuesta de quien fuera Director de “Puro cuento”, no se hizo esperar: Uno también es. Lo que no ha leído.
Por un lado, recordemos que estas palabras de Giardinelli, fueron parte de su conferencia inaugural en el marco de un Encuentro de Narración Oral.
Por el otro, me decía Hernán Bergara: Un concepto que incluye la afirmación y la negación, por lo menos, es sospechoso.
Me parece peyorativo y de una soberbia excesiva lo de Giardinelli, quien de un plumazo, descarta todo lo que no tenga que ver con los libros, como la vida. Precisamente, es de donde se abastece la literatura.
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