primer poemario de la autora
Ana Romano
La contratapa del libro inquiere:
¿Qué se le puede reclamar a los fantasmas? ¿Que no se den por muertos? ¿Que nos muestren el siguiente paso a nuestras vidas? ¿Que traspasen, floten y se aparezcan en este mundo cuando se les antoja? ¿Que no pidan permiso, que se atrevan a esa descortesía? ¿Es entonces su insolencia? ¿Es todo esto lo que nos asusta? ¿Es posible que su atrevimiento sea el alma del miedo? (Los miedos cuchichean) ¿O sea, quizás, nuestra "siesta" sobre las cómodas sábanas de la rutina y los días iguales la que se resiste y tiembla? ¿Es todo esto lo que le reclamamos a los fantasmas?
¿Y a la poesía? ¿Qué se le puede reclamar a la poesía? ¿No es acaso la poesía la que nos muestra el sieguiente paso, (aunque / el camino / prosigue) la que traspasa muros, flota en aire como un beso (Floto / sobre mares / Un último suspiro) y se aparece en este mundo cuando se le antoja?
No es precisamente cortés la poesía y diría que también es insolente. Como los insolentes fantasmas de Ana Romano, como este libro que rompe la siesta con precisión y buena palabra.
Rubén Eduardo Gómez
El libro consta de 92 páginas impresas en papel ahuesado de 80 g. y contiene ilustraciones de Gisela Paula Romano. $ 23.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario